Ceibas en Málaga. Otoño

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Esta mañana he dado un paseo por el Parque de Málaga para disfrutar del otoño.

Las ceibas estaban en plena floración, tan llamativa como espectacular.

Existen en Málaga varias especies de ceiba, la de mayor porte es la Ceiba pentandra del Parque, al lado del jardín infantil del burrito, que destaca por encima de toda la arboleda con su gran copa rosada, pero para mi gusto las más bellas son las existentes en el jardín de la casita del guarda mayor (hoy, oficina de turismo) cerca del Rectorado de la Universidad de Málaga, en el mismo Parque.

Para los curiosos queremos destacar que las flores de pies distintos tienen diversos tonos de rosa como si fuesen especies diferentes.

La entrada de hoy viene a cuento del tema otoño que los amigos de Facebook tenemos en photografiado.  En Málaga el otoño es de color rosa.

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Áyobe

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Laguna de El Portil, Huelva.

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Entre pinos piñoneros, arrayanes, lentiscos y chumberas va el camino de la laguna.

Los pinos haciendo honor a su apodo de “parasol”, unen sus copas a la misma altura con una sombrilla verde que oscurece el sotobosque.

El matorral de jara, lentisco y mirto se protege en los huecos soleados y la invasora Opuntia ficus-indica, venida de ultramar, levanta las pencas llenas de chumbos en actitud provocativa, haciendo muchas veces infranqueable el camino.

El otoño tapiza el suelo de setas, con enormes corros de brujas,  peligrosas setas de olivo en los tocones de los pinos y  magníficos champiñones.

De pronto, entre pinos, jaras y tarajes se abre la laguna, reino de patos,  garzas,  garcillas y todo tipo de aves acuáticas, sin menospreciar la variedad de gaviotas que vienen a descansar de sus paseos marinos.

El arroyo de la Zahurda alimenta el humedal al ver interrumpida su salida al mar por un cordón dunar, originando la laguna de 15 hectáreas de extensión.

El paseo por el  pinar se hace muy agradable al estar acondicionado con pasarelas y puentes que sortean el agua.

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Muelle de la Reina, Huelva.

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Las barcas miran de reojo a la Santa María y le preguntan qué fue de tanto orgullo, qué de tanta gallardía, dónde el valor que se le supone, para qué tantos blasones.

Ahora, aunque sople el viento del norte y la marea levante la proa, la nao, presa con mil maromas, envidia la libertad de las barcas que salen de pesca a la alborada. Sueña con las singladuras de antaño, cuando surcaba los mares sin rumbo conocido, a la ventura de los vientos.

Quisiese ser libre como la barcas marineras, aunque sólo fuese para salir al encuentro de los ríos y otear la mar de cerca, allí donde el aire saca espuma blanca de las azules aguas. Poder izar las velas y dejarse llevar al socaire, por ver si otros mundos son posibles, que este está ya muy visto y a pesar de los años transcurridos,  no mejora en nada. Los pobres cada día más pobres y los ricos doblando sus riquezas.

 

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Jugando con la brisa. El Portil, Huelva

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Mar que es río, río que es laguna, laguna como un océano. Unos pinos en la mar, una mar en la ría, una brisa con sabor a salitre, salitre con sabor a coquinas, playa con dos orillas, duna a todos los vientos.

Juego de luz, cielo entreverado, arena blanca, verde lleno de vida, azul marino, vela roja o amarilla, ir y volver domando la brisa, reflejo del sol sobre la arena.

Luz tan marinera como las barcas en El Portil, esperando la marea.

Vuelo de los nuevos hijos de Ícaro, sin temor al sol, al viento, al mar. 


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A Jimul

Tú que creías dominar todos los juegos de magia, no recordabas que a pesar de las espadañas la barca estaba presta para la travesía. A ti te daba lo mismo, siempre tenías preparado el equipaje, tan sencillo, que cabía en el zurrón que Enfero te había diseñado en el Andurrial. De tanto jugar a Lucifer, pensabas que te pertenecía parte del infierno, porque el Infierno (con mayúscula) eras tú mismo. Con él asustabas a tus amigos, aunque en realidad, tu debilidad era jugar al infierno con más de una.
A nosotros nos has cogido a trasmano, y no tenemos ni idea que recado darte para tu Nofret, seguro que sabrás decirle algo al oído ahora que estaréis tan cerquita.
Desde mi Pacanda, sólo me queda transmitir a todos los tuyos que les acompaño en el sentimiento, es lo que saben decir en mi pueblo en estos casos.
El dolor queda tan dentro que tardará en curar la herida que has dejado.

Expresiones
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Mariam y Emilio