Ya en la carretera, te cruzas con camiones repletos de gente
ataviadas como para una fiesta. Has leído que los domingos es el mercado
semanal en Chinchero y piensas que son los vecinos de la comarca que acuden a
él.
Al llegar al pueblo, te introduces en otro mundo,
callejuelas de casas con sillares enormes de piedra tallada. Las mismas casas que usaron los incas, que aún siguen
habitadas por sus descendientes.
Tomas las cuestas con calma, se notan los 3780 m de altitud.
Llegas a la iglesia con el penúltimo resuello, y te cuentan que fue el antiguo
palacio de Túpac Yupanqui, que eligió el lugar para su reposo, entre las
cumbres del nevado Salcantay (6271 m.) y la laguna Piuray, que sigue
abasteciendo de agua a Cusco.
Quizás a Túpac Yupanqui le ocurriese lo mismo que a
nosotros, quedar prendado del damero de cultivos en el altiplano, alrededor de
la laguna.
Por fin llegas al mercado, te llama la atención las
compradoras y vendedoras, con sus vestidos, sus sombreros y las largas trenzas,
de pelo negro, hasta la cintura. Muchas, con tantos años, que te parece
increíble que salgan a comprar.
Son las diez de la mañana y la mayoría de las vendedoras
están comiendo de unos platos enormes de comida. Agradeces que no haya casi
turistas, nosotros somos solo cuatro, y
nos perdemos entre la gente.
Te crees transportado a la época anterior a la llegada de
los españoles, y no sabes bien, que haces, molestando con tu cámara, la
tranquilidad de ellos.
Si tenéis oportunidad de visitar Chinchero, recomendamos hacerlo
en domingo, único día de mercado en la semana.
Piedra