Silencio en la plaza de la Ermita. Banco de herrador, compás del martillo en el yunque.
Recuas de mulos cargados de caña dulce, camino de la Torna a la fábrica de azúcar.
Río Chillar, piedras tan blancas como las sábanas al sol.
Recuerdos de olor a melaza y arropías. Niñez de fiesta en el día de la Cruz.
Miguelete y autobús. Campana de aviso en el silencio de la mañana.
San Juan en Burriana, Santiago en Río Seco. Verbena con sandías y gaseosa.
Chaparil camino de la Torrecilla. Merendero de Pepe Gómez, baños al amanecer.
Miguel Ramírez y Pitá, Citröen 11 ligero, camino a que te diesen las cagarrutas en la entrada de la capital.
El Krupp en la cuesta de calle Granada. Los muchachos a remolque del portalón.
El Añejo en la dirección y el Ñañaica al triangulo. Pastorales por Navidad. Copita de Machaquito, rosco y mantecado.
Feria de Nerja. Paseo arriba y abajo en el Balcón de Europa. Turrón y peladillas.
Cuarterón, y cuarto y mitad. Días de lluvia, migas de maíz con bacalao.
Puerta de la iglesia, bautizo: padrino lagarto, tire Vd. los cuartos, no se los gaste en vino y tírelos por alto.
Macucas a tres la gorda y una la chica. Aligera, aligera, que me voy.
Árbol Cerote, piedras pegadas con su resina en los tacones. Pasos en el silencio de la iglesia.
Olor a tortas, tahona de calle Nueva. Todo el pueblo a sanjuanear en el Tajo de Burriana.
Corpus Christi, día soleado. Niños de Primera Comunión caminando entre pétalos de rosa, macetas en las aceras. La Custodia brilla bajo el palio.
Madre superiora, nariz severa y corazón bondadoso. Dos palmeras muy altas a la espalda de la clase.
Pepe Juan. Triste tarde de domingo. Tenías que haberte venido al cine del cura.
Antonio, coge la rueda y vete a por el vino. Botella vacía en una mano, en la otra el gancho empuja a una llanta desnuda de bicicleta.
¡Pedro, a la jaula! Los municipales llevan al borracho al cuartucho de Roca en los bajos del Ayuntamiento.
Campillo de Vidrio. Largos calzones de fútbol. El Charrán asomado a la tapia para devolver el balón desde el cementerio.
Piedra y Lagartijo
Excelente poema, sí señor, digno de un clásico, en el que se dibuja la penuria de tiempos no muy lejanos, pero aún presentes en nuestro corazón.
ResponderEliminarcreo que lo leí en el parnaso, me encantó y me sigue encantando la atmósfera que se despide de otros lugares que son el mismo lugar. Un saludo.
ResponderEliminarHola: hace tiempo que no pasaba por aquí, estais hechos unos artistas Miguel padre escribiendo, Miguel hijo editando y el compadre colaborando. Un pitubeso a los tres, es decir un tercio de pitubeso a cada uno ¿o no?
ResponderEliminarFantástico...sigue encantádonos con tus letras.
ResponderEliminarImágenes de andaluz, que pinta colores y olores cuando escribe.
ResponderEliminarPuedo estar allí, dentro de ese poema
miguel me encanta tu escritura,capta el aire de los dias de nuestra juventud.
ResponderEliminaruna maravilla de remembrazas y nostalgias. Me encanta siempre.
ResponderEliminarPiedra acabo de enlazarte en mi blog, sin tu permiso... ¿lo dejo?
un abrazo.
Gracias , es un honor estar en tu blog rodeado de tanta belleza.
ResponderEliminarUn abrazo con muchas expresiones.