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29 mayo 2009
El halcón de San Martín
El halcón peregrino otea el mar, se sorprende por el ritmo incansable de las olas, que unas veces se preparan extendiendo un manto de espuma blanca, como pidiendo permiso a la arena para poder llegar a tierra, y otras, directamente, se acercan a las rocas levantando al cielo la blancura, haciendo exhibición de su fortaleza.
El peregrino ha dejado un momento la tierra a los caminantes de Santiago, se asoma a la mar, reconoce que está bella, ni enfurecida a lo bravo, ni vencida impotente ante la inmovilidad del acantilado. Hoy parece querer hacer las paces con el arenal y extiende lentamente el agua a sus pies sin osadía, sin molestar.
El ave no levanta el vuelo, no necesita elevarse para guardar su territorio, tranquila, se sabe dueña del espacio entre el mar y la tierra, nadie le disputa su reino. Vendrán otros días en que otros “pájaros de ciudad” querrán compartir tanta belleza y no tendrá más remedio que refugiarse en sus cuarteles de verano, allá en lo más alto de la sierra, pero ahora la playa está desierta.
Fotografía: arenal de San Martín (Llanes).
27 mayo 2009
Paseo a Gulpiyuri
El hombre con su guadaña mantiene recta la linea del tajo, a un lado la hierba verde, orgullosa, con su limpio ondear al viento; al otro la yerba ya cortada, rendida al pie, con el color apagado.
La linea divisoria del trabajo realizado se pierde a lo lejos en el horizonte de la colina. El hombre indiferente ante la magnitud de la tarea, sigue su trabajo; de vez en vez levanta la guadaña y vacía su filo con la piedra de amolar, es el único momento que parece descansar al cambiar de postura, no por dejar de trabajar.
Buenas, saluda el caminante
Buenas, responde el segador, siguiendo el ritmo de su trabajo.
El caminante busca la playa sin mar, no tiene otra tarea sino pasear y le da fatiga ver trabajar de esa manera, como de otra época anterior a las máquinas. Sigue su camino y pronto encuentra a dos mujeres arando con una mula mecánica, tan pequeña que no tiene fuerza para levantar la tierra. Mientras la mayor empuja, la menor tira de la máquina con una cuerda. Poco a poco va cambiando el color de la parcela, quedando lista para la sementera.
El caminante conoce a la joven y esta le dice:
Aquí trabajando como una mula.
No sabe que responder y al fin
Bueno, otro día será más fácil la tarea.
El caminante encuentra la playa sin mar, pero hoy, además, está también seca.
La linea divisoria del trabajo realizado se pierde a lo lejos en el horizonte de la colina. El hombre indiferente ante la magnitud de la tarea, sigue su trabajo; de vez en vez levanta la guadaña y vacía su filo con la piedra de amolar, es el único momento que parece descansar al cambiar de postura, no por dejar de trabajar.
Buenas, saluda el caminante
Buenas, responde el segador, siguiendo el ritmo de su trabajo.
El caminante busca la playa sin mar, no tiene otra tarea sino pasear y le da fatiga ver trabajar de esa manera, como de otra época anterior a las máquinas. Sigue su camino y pronto encuentra a dos mujeres arando con una mula mecánica, tan pequeña que no tiene fuerza para levantar la tierra. Mientras la mayor empuja, la menor tira de la máquina con una cuerda. Poco a poco va cambiando el color de la parcela, quedando lista para la sementera.
El caminante conoce a la joven y esta le dice:
Aquí trabajando como una mula.
No sabe que responder y al fin
Bueno, otro día será más fácil la tarea.
El caminante encuentra la playa sin mar, pero hoy, además, está también seca.
24 mayo 2009
Desahogos: vida civil
¿Hay vida fuera de los partidos políticos? ¿Se puede expresar libremente una opinión, si afecta al partido que domina el medio?
El poder por propia naturaleza, ¿tiende a ser totalitario?
¿Para cuando una sociedad civil no mediatizada por los partidos? ¿Cuando dejaremos las banderías? El espectáculo de los aplausos a los propios ladrones por los simpatizantes del partido correspondiente ¿hasta cuando será?
He conocido épocas de poderes absolutamente totalitarios. El cura del pueblo llegaba a controlar los accesos a la playa y la entrada en el cine, por poner dos ejemplos a mano.
En el primer caso, las playas se separaban por sexos y en el segundo, cuando la película estaba catalogada con tres R (qué sería eso), el cura se colocaba frente al cine y después repartía la comunión según el caso.
Si en parte nos hemos librado del poder asfixiante de la Iglesia, muy a su pesar y no sin batallas diarias, basta con recordar a los obispos con visera en forma de gorrilla saliendo a la calle a protestar. ¿Para cuando la sociedad civil tendrá vida propia independiente de los partidos?. No se interprete estas ideas como apolíticas o falsamente independientes, bastante sufrí esas posturas durante la dictadura.
Estoy pidiendo una sociedad sin banderías y si me apuráis sin banderas. Como me decía mi admirado Don Jorge Guillen en su casa de Málaga: ¿Patria? ¿Cuantos muertos?
Una sociedad en la que no sea excluyente el o estás conmigo o estás contra mi.
Una sociedad en la que se puedan expresar ideas políticas sin ser inmediatamente catalogado en un bando o en otro.
Una sociedad civil no subvencionada ni mediatizada por el partido de turno. Pueblos donde cualquier prensa o revista no esté dominada por uno u otro partido. Medios donde expresar libremente las ideas sin temor a la censura. En fin, una sociedad donde los poderes estén equilibrados y se pueda caminar libremente sin coacciones.
El poder por propia naturaleza, ¿tiende a ser totalitario?
¿Para cuando una sociedad civil no mediatizada por los partidos? ¿Cuando dejaremos las banderías? El espectáculo de los aplausos a los propios ladrones por los simpatizantes del partido correspondiente ¿hasta cuando será?
He conocido épocas de poderes absolutamente totalitarios. El cura del pueblo llegaba a controlar los accesos a la playa y la entrada en el cine, por poner dos ejemplos a mano.
En el primer caso, las playas se separaban por sexos y en el segundo, cuando la película estaba catalogada con tres R (qué sería eso), el cura se colocaba frente al cine y después repartía la comunión según el caso.
Si en parte nos hemos librado del poder asfixiante de la Iglesia, muy a su pesar y no sin batallas diarias, basta con recordar a los obispos con visera en forma de gorrilla saliendo a la calle a protestar. ¿Para cuando la sociedad civil tendrá vida propia independiente de los partidos?. No se interprete estas ideas como apolíticas o falsamente independientes, bastante sufrí esas posturas durante la dictadura.
Estoy pidiendo una sociedad sin banderías y si me apuráis sin banderas. Como me decía mi admirado Don Jorge Guillen en su casa de Málaga: ¿Patria? ¿Cuantos muertos?
Una sociedad en la que no sea excluyente el o estás conmigo o estás contra mi.
Una sociedad en la que se puedan expresar ideas políticas sin ser inmediatamente catalogado en un bando o en otro.
Una sociedad civil no subvencionada ni mediatizada por el partido de turno. Pueblos donde cualquier prensa o revista no esté dominada por uno u otro partido. Medios donde expresar libremente las ideas sin temor a la censura. En fin, una sociedad donde los poderes estén equilibrados y se pueda caminar libremente sin coacciones.
21 mayo 2009
Gulpiyuri. Dos versiones
El espino blanco se inclina a mirar sorprendido el arenal, tan recoleto, que parece de juguete. El agua quiere salir de su estrechez, y de vez en cuando, rota en blanca espuma, asoma por la abertura de la cueva alcanzando la playa.
Si, es una playa. No se divisa la mar, pero el agua es salada y rompe con fuerza a través de la oscuridad, buscando su querencia de arena. Poco a poco con la ayuda de la marea, va conquistando el espacio y forma una laguna de agua trasparente.
Ya tenemos una playa completa, con agua donde nadar plácidamente y arena para tomar el sol. Sólo nos falta la mar, a cambio tenemos los campos y prados que la rodean y le dan ese aire extraño, como si la hierba cansada de verde se hiciese blanca un momento.
Es Gulpiyuri, incluso su nombre tiene resonancia a algo distinto, especial, como de un cuento en idioma ancestral, anterior al castellano.
En las calizas del carbonífero superior que forma el karst costero de la rasa de Llanes, existen infinidad de galerías que comunican con el mar; algunas tienen pozos por donde asciende el agua marina dividida en finisimas gotas y forman los conocidos bufones; otras, como es el caso de Gulpiyuri, se desplomaron formando una dolina, que al comunicar con el mar origina una playa en la depresión.
Fotografias: playa de Gulpiyuri, Llanes.
18 mayo 2009
Luz del norte
Esta lenta luz del norte, entreverado el sol por las nubes, que refleja suave el gris-verde de la roca en la montaña. Este atardecer en el llano, al pie de la peña, rodeado de prados verdes y manzanos. Unos blancos, luminosos por la flor y otros, ya cargados de promesas de frutos. Un juego de verdes, cambiantes en cada planta, a cada luz.
El aire queda en calma, no mueve ni las nubes de la piedra, como si estuviesen atrapadas por la querencia de la altura.
En el horizonte, la tarde se extiende poco a poco, tan suave, que la luz parece detenida entre el verde de la hierba y ese espacio de cielo sin nubes. Sobre las encinas el contraste de luz es mayor, a lo lejos se ven casi negras y sus perfiles recortan el azul claro del trozo de cielo despejado.
Esta luz de la tarde, que cada día es diferente. Unas veces se ilumina el cielo de levante, como si el sol fuese a nacer momentos antes de morir. Una luz extraña por imprevista, una luz rojiza al Este, un atardecer como si fuese un amanecer; es otro sol que quisiera quedar aquí entre nosotros. Otras veces, no hay duda, el sol se pone, en un cielo azul claro con tintes rojos, por la mar de poniente; se retira sin batalla, es sólo una despedida a calentar otros prados, allá en las Américas.
Este sonoro eco de las esquilas en la peña, a veces un repique de ovejas, otras la melodía de los cencerros de las vacas y desde hace un tiempo el alegre canto del trote de los caballos.
Quisiera poder retratar los cambios del verde, en esta tarde tranquila, después del orballo de la mañana. El amarillo claro del prado recién segado, refleja una luz distinta al verde de la hierba más alta; los fresnos se distinguen de los nogales con un tinte marrón en sus hojas tiernas, el verde de los manzanos nada tiene que ver con el color oscuro de las encinas y esta luz tamizada, es distinta a la del medio día, cuando el sol calentaba.
Estas tardes embriagadoras de verde, en espera de un culín de sidra compartido con los amigos, son tardes de antiguo soñadas, sueños de otras tierras en el sur, hoy cumplidos en este norte del alma.
Fotografía: Llabres desde la escuela de Piedra, Llanes.
16 mayo 2009
Desde mi ventana
Hoy el prado está distinto, tiene una tranquilidad que parece nueva y no sabría explicar la causa.
Esta mañana, muy temprano, revoleteaban las gaviotas en la parte de prado recién cortado, pero ahora sólo se ve el verde de la yerba, el blanco de los manzanos en flor y al fondo, el oscuro de los perfiles de las encinas entre el verde claro de algunos fresnos.
Hecho de menos algo y ahora que pienso, faltan las ovejas que todos los días pacen frente a la ventana. ¿Donde andarán hoy? está ocupado el pastor en otras faenas y las trae más tarde, o fueron a visitar otros prados lejos de aquí.
Ahora veo las cinco cabras, que a todas horas están andando de aquí para allá, no paran de correr, tienen querencia por un montículo de tierra. Es de una tierra recién removida y aún no ha crecido la hierba sobre ella. !Qué razón tiene el que les puso el apelativo de locas! !Qué verdad es que la cabra tira al monte! Con la de yerba que tienen para pastar, les encanta pasar el rato subiendo y bajando del montículo. En realidad son cuatros cabritos y una cabra los que corretean entre los fresnos y no paran, tienen tanto verde a mano que no se preocupan por la comida. Qué distintas a las cabras de mi pueblo, allá en Andalucía, que no levantan la cabeza del suelo buscando una brizna.
Cuando pequeño teníamos una cabra en casa, que nos daba la leche diaria. Al pasar el cabrero con la piara por la calle, ella salía y se incorporaba a la manada. Estaba todo el día en el campo y a la tarde, al volver al pueblo, ella sola dejaba la piara al llegar frente a la puerta y entraba directa a la cuadra. No nos daba ninguna guerra, con ponerle un puñada de habas secas se conformaba.
También es cierto, que el viejo tira de los recuerdos, cuando en realidad, hoy tocaba sólo hablar de la vista desde la ventana. Dejaremos para otro día la historia de Liebre, que así se llamaba mi cabra.
Fotografía: Piedra (Llanes).
11 mayo 2009
Ventanas de Llanes
¿Os habéis fijado? Hay una ventana distinta, oscura, sin visillo. ¿No temerán que les vean desde la calle? o ¿es de una habitación desde donde pueden mirar sin ser vistos?
Porque los visillos ¿para qué sirven? ¿para que no te vean o para mirar sin ser visto?
Las otras ventanas parecen recatadas, pero esta negra, y sin saber si da a un cuarto oscuro o es que está pintada de negro, parece provocativa. No puede ser un dormitorio, sería en todo caso de un crío, ¿de una pareja? Imposible. Hay momentos de intimidad que es preferible compartir sólo entre dos.
Y desde las ventanas con visillos, ¿qué se ve?
¿Qué habrán visto esas ventanas este año pasado?
No quiero preguntar en los cientos de años transcurridos, me conformaría con la única historia del año pasado. Por ejemplo cuando la boda de Eulalia ¿vino el hermano ese que discutió por la herencia del prado en Lledías? y cuando el funeral de Paulino ¿acudieron los hijos de su otra familia de Pendueles? y el día de San Roque ¿quién iba al lado del cura? ¿la alcaldesa o el capitán de la guardia civil?
En otro momento intentaremos averiguar lo que comentaban los viandantes al ver las ventanas cerradas el día del Corpus. La historia es muy vieja, viene de lejos, de cuando a Gertrudis le negó el cura la comunión, por irse a vivir con el padre de sus hijos. Pero ya digo, no queremos entrar en detalles, cada año la historia se va agrandando y no sabemos muy bien por donde va.
Fotografia: Llanes (Asturias).
09 mayo 2009
Al fresno de la puerta
¡Qué suerte tiene el fresno
de brotar con fuerza renovada!
En días se cubrió de hojas nuevas,
con el brío de otras primaveras.
Pasó bien la invernada,
olvidó los fríos de enero,
resistió al huracán y las nevadas,
con sus profundas raíces en tierra
mantuvo fuerte las ramas.
Ya da cobijo al mirlo y al jilguero
y buena sombra a la casa.
¡Qué envidia del fresno!
con sus hojas verdes cada temporada.
¡Qué distinto a nuestra vida!
soñando renovar recuerdos
de épocas pasadas.
Los pájaros ya volaron del nido,
encontraron nueva morada;
es ley de vida, dicen.
¡Quién fuera fresno y acoger nuevas nidadas!
Fotografía: fresno en Piedra. Llanes.