Lille, una mirada seulement

Dos “retraités” se dejan retratar mientras pasean sus años por las calles de Lille, una ciudad donde realmente el viandante domina a la máquina. Infinidad de calles son peatonales y en las que no lo son, el peatón tiene preferencia, el que tiene prisa siempre va a pié y los vehículos, sin protestar, le ceden el paso aunque el verde sea preferente para el coche. La primera ciudad, por fin humana que he conocido.
Si además añadimos que el casco viejo ha sabido mantener su sabor antiguo, no sólo en las fachadas de las casas, sino incluso en el adoquinado de todo el centro, podemos dar un paseo muy agradable disfrutando de infinidad de edificios, que su larga historia ha ido añadiendo al patrimonio: renacimiento flamenco, barroco, neoclásico, modernismo y en el barrio de la estación Europa, los rascacielos de belleza futurista.
Otro día hablaremos un poco de historia, por lo menos dar a conocer que durante varios siglos fue Lila, ciudad de la corona española y capital de Flandes, que Felipe el Hermoso, duque de Borgoña, dejó en herencia a su hijo Carlos I .