No está muy claro si la paradisiaca es la musa o como dicen algunos amigos, el descendiente del moro Musa ha descubierto el paraíso en Pacanda.
El caso es que en estos días primaverales de otoño, cuando las novillas y terneros de Piedra vinieron a pastar junto a casa, bien pareciera que Pacanda se había trasladado de visita a ver su tocaya en Michoacán, allá en tierras mexicanas.
Cuando soñé con el nombre de Pacanda, no tenía ni idea que existiese realmente una Pacanda.
La hermana Pacanda es una isla en el centro del lago Pázcauro y en el idioma p’urhépecha significa “tirar un palo al agua”. Ahora que no doy ni un palo al agua, resulta que he venido a vivir a la Pacanda asturiana.
Ya, ya sabemos que vendrán otros tiempos, otros vientos, otros soles, pero que nos quiten lo bailado. Hoy mismo, cuando llegamos de la playa, vi esta luz en los bananeros y no pude por menos que pensar en mostraros los plátanos de mi Pacanda.
Miguel, tu no vives en este mundo, eso es el paraíso.
ResponderEliminarEs precioso, bien pudiera ser el entorno de una película.
Disfruta del entorno y si "no das un
palo al agua" seguro que ya lo has dado.
Un abrazo
Que preciosidad de lugar nos acercas a través de estas visuales fotografías.
ResponderEliminarGracias Miguel...y disfruta de el!
Un abrazo.
Ramón
Pues que nos quiten lo bailao. Pero hay una gran diferencia entre tirar un palo al agua en Pacanda que encontrarse en la meseta y no tener agua hacia donde dirigir el palo.
ResponderEliminarDisfruta y cuéntalo, Piedra, que así podemos compartir y disfrutar del paraiso en la tierra.
Un beso
Bibliolibre
· Plataneras y vacas, sorprendente asociación que se da, raramente, por la costa cantábrica.
En la canaria serían plataneras y cabras... por ejemplo
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