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En Nerja, taró es la niebla que nace en el mar con la calma
de levante, y va invadiendo la costa en un abrir y cerrar de ojos, para posarse
en tierra y levantarse como por encanto.
Según algunos, taró es una palabra fenicia que hemos
heredado en la costa de Málaga y a pesar de los siglos trascurridos aún no
recoge el diccionario de la Real Academia de la Lengua.
Mi niña, entre la bruma, soñaba ayer con el taró de Almijara, esa niebla que subía por el río de La Miel y llegaba a los pies del cortijo Mariquita Vela, donde mi madre siempre me contaba el mismo cuento : pues señor, esto era una vez...
Con el taró, se iniciaba el canto de las sirenas de los barcos, como un lamento al no poder ver el horizonte, y los motores de las traíñas, hacían tal eco en la misma niebla, que pareciera salir de la sierra en lugar de la mar.
A veces llegaba a perderse incluso el perfil de los olivos, y en esos casos, Dolores, cogía la gran caracola marina, que siempre estaba en el alféizar de la ventana y soplando con todas sus fuerzas, sacaba de ella un lamento largo que viniese a contestar el que nos llegaba del mar.
Los dos perros, León y Canela, quedaban inmóviles junto al escalón de la puerta, conocían muy bien que no podían entrar en el cortijo, pero se acercaban lo más que podían al umbral, por si los quejidos de la mar trajesen algún peligro.
En un momento, después, como por encanto, el taró desaparecía, empezaba a verse el perfil de las colinas frente a la casa, algunos olivos recortados sobre la misma niebla y por último con toda claridad, la viña con la antigua calera donde ahora retozaban las crías del zorro, ajenas al taró, a los barcos y al canto de la caracola.
Con el sol, volvía el ajetreo de la vida, los perros a lo suyo, cazar saltamontes o hacer como que los cazaban mientras correteaban por la era. Frasquito aparejaba a Romero, el mulo noble que nunca protestó y siempre estaba dispuesto para trabajar. Le colocaba las pedreras, pero en este caso, era para llevar las cántaras de agua a llenar en la fuente Garcelán, cerca del río de La Miel.
Nosotros nos dedicábamos a reparar nuestra escopeta, hecha con los tallos del hinojo, para, con unos balines del mismo material ir cazando lagartijas del muro, que cuando salía el sol, tanto se cubría de ellas. Era difícil errar el disparo, claro, éramos de fácil conformar y con los rabos nos dábamos por satisfechos.
Mi niña, entre la bruma, soñaba ayer con el taró de Almijara, esa niebla que subía por el río de La Miel y llegaba a los pies del cortijo Mariquita Vela, donde mi madre siempre me contaba el mismo cuento : pues señor, esto era una vez...
Con el taró, se iniciaba el canto de las sirenas de los barcos, como un lamento al no poder ver el horizonte, y los motores de las traíñas, hacían tal eco en la misma niebla, que pareciera salir de la sierra en lugar de la mar.
A veces llegaba a perderse incluso el perfil de los olivos, y en esos casos, Dolores, cogía la gran caracola marina, que siempre estaba en el alféizar de la ventana y soplando con todas sus fuerzas, sacaba de ella un lamento largo que viniese a contestar el que nos llegaba del mar.
Los dos perros, León y Canela, quedaban inmóviles junto al escalón de la puerta, conocían muy bien que no podían entrar en el cortijo, pero se acercaban lo más que podían al umbral, por si los quejidos de la mar trajesen algún peligro.
En un momento, después, como por encanto, el taró desaparecía, empezaba a verse el perfil de las colinas frente a la casa, algunos olivos recortados sobre la misma niebla y por último con toda claridad, la viña con la antigua calera donde ahora retozaban las crías del zorro, ajenas al taró, a los barcos y al canto de la caracola.
Con el sol, volvía el ajetreo de la vida, los perros a lo suyo, cazar saltamontes o hacer como que los cazaban mientras correteaban por la era. Frasquito aparejaba a Romero, el mulo noble que nunca protestó y siempre estaba dispuesto para trabajar. Le colocaba las pedreras, pero en este caso, era para llevar las cántaras de agua a llenar en la fuente Garcelán, cerca del río de La Miel.
Nosotros nos dedicábamos a reparar nuestra escopeta, hecha con los tallos del hinojo, para, con unos balines del mismo material ir cazando lagartijas del muro, que cuando salía el sol, tanto se cubría de ellas. Era difícil errar el disparo, claro, éramos de fácil conformar y con los rabos nos dábamos por satisfechos.
Ayer en el Balcón de Europa, pude disfrutar de como el taró
desde la Punta de la Mona iba invadiendo los acantilados de Maro y Cerro Gordo
y al llegar al pueblo se disipaba en un
"volao".
Que bonitas fotografías y que interesnate visualidad le dá el "taró".
ResponderEliminarUn cordial saludo Piedra.
Ramón
Unas preciosas fotos de este "taró".
ResponderEliminarNo había visto una niebla n el mar con esos azules.
Un abrazo
No conocía el significado de "taró" gracias a ti, he sabido como se llama la hermosa neblina que acaricia los acantilados de Maro.
ResponderEliminarTengo bellísimos recuerdos de Maro, me han venido a la mente después de leerte.
Un besito
Maravillosas esas fotografías que acompañas a tu comentario,"Cuando entra el Taró, Nerja". Si es, como tú bien dices, una especia de neblina que esconde los acantilados de esas montañas que se asoman al mar, no cabe duda que
ResponderEliminardifuminan una belleza especial. Felicidades y un abrazo.
¿Es taró un término popular entre los marineros locales?
ResponderEliminar¡qué bonitas fotos!
Con esta descripción yo también he disfrutado del Taró...las fotografías son magníficas.
ResponderEliminarSaludos
Preciosas las fotos.
ResponderEliminarSaludos y un abrazo.
Cuando estás cerca del mar, el taró se muestra para que lo disfrutes y si andas por la Almijara, se asoma para que lo saludes. Sin duda el taró sabe el cariño que le tienes. Está claro que esperaba tus fotos y tus loas.
ResponderEliminarRafa, el taró en Almijara, incluso sin lentejas ea toda una ilusión soñada.
ResponderEliminarExpresiones
Piedra
· Curioso fenómeno. No sabía el nombre. Por aquí también se produce,, en muy contadas ocasiones del año. Se le ve avanzar como una ballena que termina engulliendo la costa.
· un abrazo
CR & LMA
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Porque lo fundamental corpañero no es el taró, ni siquiera las benditas lentejas... lo verdaderamente importante es, como dicen los hijos de la Gran Bretaña, el feeling, la sintonía, sencillamente, el cariño.
ResponderEliminarQué asombroso! No me extraña que tenga un término propio para distinguirlo, taró, le queda bien :) Graciñas, Miguel, por otro fantástico "viaje".
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