18 julio 2009

Jarrón con jazmines



Entraba despacio en casa y al principio no veía nada, la oscuridad parecía densa. Hacía varias horas que estaba el candil encendido y la “torcía” ya sólo daba una tenue luz que en contraste con el quinqué, encendído sólo los días de fiesta, no llegaba ni a iluminar la entrada.
Poco a poco me fui acostumbrando a la poca luz y volví a distinguir el dibujo de las baldosas; era una greca que imitaba a las alfombras de flores que era raro ver en los pueblos de la sierra.
Con la horquilla del pelo atusé la corta mecha y una llama alta iluminó la cocina-salón-estancia de paso a los dormitorios que de todo servía la habitación grande a la entrada. Entonces, vi claramente la radio en la alacena con su pañito de croché para protegerla del polvo y la jarrita con el ramillete de jazmines que nos libraba de los mosquitos.
A un lado, la fotografía del abuelo con su uniforme de los Regulares de cuando hizo la mili en Africa y al otro, la de la primera comunión de Miguel vestido de marinero; en medio la pecera con los peces de colores que daban vueltas y vueltas ajenos al ritmo de los días.
El plato con las monedas sueltas estaba hoy tan raquítico que seguro que no daba ni para los pobres que venían a pedir los viernes; menos mal que estábamos a miércoles y para entonces daba tiempo a no tener que “mandar con Dios” a los cuatros mendigos que estaban habituados a venir por casa.
Lo que nunca me expliqué era el cuadro enmarcado con el mapa pirata que colgaba al lado de la alacena, cerca de la cocina. Estaba negro del humo de la chimenea, pero nunca se limpiaba, como si al limpiarlo se fuese a borrar el lugar donde se indicaba con una cruz el hipotético tesoro, digo hipotético porque nunca nadie de la familia se había preocupado por averiguar qué hacía ese cuadro en ese lugar, que según la tradición era heredado por la hija mayor de la casa y, hace tiempo que se había perdido el nombre de la primera dueña del mismo.

3 comentarios:

Rafa pabernosmatao dijo...

Ya te comenté en persona lo que me había gustado este relato, pero lo acabo de releer y la verdad es que me quedé corto. Es delicioso.
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Rafa

Miguel Bueno Jiménez dijo...

Gracias Rafa, ers un tesoro.
Expresiones
Piedra

white dijo...

Mi madre siempre tiene un jarrón con jazmines en verano.
Te lo leí en los relatos del andurrial y lo releo en tu casa, precioso texto y buen inicio de una novela.
Saludos desde el secano centro