De playa en playa y vuelvo porque me apetece. El paisaje,
las calas, los rincones que parecen esperar que los descubras tu solito , como
si desde nuestros neandertales nadie hubiese pasado por allí.
Las Negras es un caserío de Níjar con 349 habitantes y solo
el 45% españoles, dominando entre los extranjeros la colonia alemana.
Aunque la leyenda hace referencia a que el nombre de Las
Negras se debe a las viudas de los marineros del pueblo, que vestidas de luto
recorrían las pedanías vecinas para pedir algo que llevarse a la boca. Más bien
creo, que no es necesario recurrir a historias que se repetían en todos los
pueblos. La colada andesítica que vuelca
al mar toda su negritud en el llamado Cerro Negro, es tan espectacular en las
cercanías del pueblo, que bien ha podido dar nombre al caserío.
A hora y media a pie, y a seis euros en barco se puede
llegar a la cala de San Pedro, con un manantial de agua que hace de ella un
verdadero oasis; donde en su cueva te puedes embadurnar con lodo en un
verdadero baño de barro “medicinal”.
En el camino a Aguas Amargas encontrarás los montículos
blancos de bentonitas, arcillas originadas a partir de la alteración de tobas
volcánicas, que tienen infinidad de aplicaciones. Solo hablaré de los lodos
utilizados en perforaciones petrolíferas y de su uso en las camas de gato.
La bentonitas tienen tal capacidad de adsorber, hasta 5 veces
su volumen de liquidos, y son tan aglomerantes, que en contacto con la orina
forman bolas duras y secas externamente, de fácil manejo para retirarlas.
Los lodos bentoníticos , en perforaciones de miles de metros,
se introducen por las “varillas” y salen al exterior arrastrando
los detritos rocosos entre los tubos y las paredes, con lo que evitan el desplome
de estas, que atraparían las varillas en caso contrario, parando el movimiento
rotatorio del sondeo y claro, nos sacan al exterior la roca triturada para poder
continuar sondeando.
En Aguas Amargas encontramos la playa cubierta de los restos
secos de Posidonia oceánica, planta con flores que forman las tan admiradas
praderas submarinas, bioindicador de la calidad de las aguas marinas costeras y
que los no informados confunden con algas. En el extremo oriental de la playa, aún quedan restos del antiguo embarcadero de mineral de hierro, procedente de las minas de Lucainena de las Torres.
El las cercanías de la playa de los Muertos, entre el denso
matorral que cubre el acantilado, tomé nota de una orquídea, florecida en el
mismo mes de enero. Aunque la playa recibe el nombre de los restos de náufragos
que las corrientes dejaban en su orilla, ahora es una cala encantadora sin
ninguna construcción cercana.
Se aficiona uno de inmediato a tus fotos y tus textos. Aclaran, definen, e incluso tienen su lado antropológico. La verdad es que la combinación de ambos son una delicia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Excelente relato Miguel y ¡¡¡que fotografias tan impresionantes!!!, sobre todo la última, con tu permiso me la he guardado en mis favoritos, solo con mirarla dos veces me he enamorado de esa parta de la playa de Cabo de Gata, un lugar que siempre he querido conocer pues siempre me han hablado de su gran belleza, espero que pronto tenga la oportunidad de poder ir por esos lares.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Extraño el mar, y me encantaría ese baño de lodo. Gracias por que tus fotografías y relato me transportan!
ResponderEliminarAl fin y al cabo, aguas del sur...
ResponderEliminarSaludos y un abrazo.
Preciosas fotos !!
ResponderEliminarque lugares de ensueño!!
Es una delicia pasar por tu casa siempre se aprende.
Un abrazo
Ahora con los tranquilas que estan, se respira paz en ellas y apetece mas que nunca regresar una y otra vez.
ResponderEliminarPrecioso reportaje.
Besos
Miguel como guía turística eres la bomba, que ganas de escapar a cada uno de estos rincones, son auténticos paraísos!!!
ResponderEliminarUn abrazo y feliz domingo,
Elena