-->
El río Sella trae aromas de
montaña, de allá donde nace, entre peñas y hayas, en lo más fiero de los Picos de
Europa, pero antes de llegar al mar, se remansa y rodea suavemente al pueblo, pidiendo permiso para dejar el agua en el Cantábrico. Ribadesella se hace remisa,
y ruega deje su belleza al pie de la villa, para que paseantes y pescadores
queden extasiados al ver el sol poniente sobre Tereñes, y los remeros puedan
preparar sus piraguas para competir el primer sábado de agosto, con los
atletas de medio mundo, en el descenso desde Arriondas a Ribadesella.