Hoy, tras mi ventana veo el prado florecido. Son unas pequeñas flores blancas que iluminan el verde de la hierba, quizás manzanillas o margaritas pequeñas. La primavera ha venido y los primeros rayos de sol tras la lluvia hacen brillar el prado con una fuerza que parece venir de la tierra.
Los cerezos ya relucen sus blancas flores al sol de la mañana, son las primeras de mis cerezos y aunque pequeñas es una esperanza para el futuro. Verlos crecer es mi ilusión del mañana.
La peña refleja el brillo del sol en la hierba recién brotada, e incita a ser conquistada. Quizás un día me anime y suba a la cima. Tiene que verse el horizonte de la mar cercana.
Los fresnos están llenos de hojas verdes, tiernas, pequeñas, para cobijar a las lavanderas en su ir y venir al prado donde su caminar es más un baile, con la cola que sube y baja, que una batida de caza.
El nogal tiene un tinte marrón, no es verde aún, las hojas luchan por salir de su invernada y cubrir al gran árbol en todas las ramas.
El mirlo da tres pasos y se para, se prepara a cazar al acecho los insectos entre la hierba rala.
En el cielo el aguilucho pelea con los cuervos por el espacio de vuelo del territorio de caza.
Las gaviotas rebuscan en el prado su alimento de la jornada, seguro que la mar hoy no las alimenta, quizás mañana.
El petirrojo salta del muro al prado y del prado al muro, como jugando con su libertad alcanzada.
El gato, felino, inmóvil levanta una pata, da un paso, fija la vista y no pierde detalle del rastro del topo que se esconde rápido bajo la tierra.
La pomarada del fondo parece como nevada, es una garantía de que hogaño tendremos sidra para animar las veladas.
Las ovejas pacen tranquilas, no saben qué hacer con tanta hierba y los corderos saltan de dicha, jugando con las madres al escondite entre los manzanales de la ería.
El cuco no para de cantar, estará buscando donde colocar sus huevos. Aún no sabe qué padres adoptivos encontrar, si el nido del mirlo o el del estornino será mejor hogar.
Los jilgueros van y vienen, ya no tienen el cardo que tanto les hizo disfrutar. Era un cardo grande, lleno de flores en sus ramas, donde una bandada venía a buscar las semillas. A mi me dejaban mirar sin molestar.
La camelia aún abre sus flores rosas, las últimas de la temporada, a ella le viene mejor los fríos del invierno que los calores del estío.
Los acebos están llenos de hojas nuevas, y pequeñas flores blancas que serán frutos rojos para en el próximo invierno alimentar al mirlo, cuando las nevadas.
Los rosales, junto al muro de piedra, son una promesa de flores rojas abiertas, han crecido y brotan con fuerza.
La palmera ha sufrido los rigores del invierno, aparece con hojas secas. No temo que se pierda, el tallo verde me da esperanza de que crezca. Mi ilusión es tener una palmera a la portada, como en las casas de mi otra tierra malagueña.
El aguacate se ha salvado de las heladas, lo cubrí con un abrigo de tela y parece revivir cada primavera. Los kiwis crecen rápidos, les viene bien la humedad de Pacanda y esperamos por fin recoger cosecha este otoño, será la primera. Para eso planté macho y hembra.
La yedra cubre ya el muro y gana la batalla a la zarzamora. Este verano buscaremos las moras, para la mermelada, en los zarzales cercanos por los setos camino del río.
A la puerta, estos días, he plantado begonias y petunias que animen con sus flores las tardes de lluvia entera, cuando el cielo se cubre de nubes negras y esponja la tierra con el agua que deja.
Hoy brilla más el acebo ¿será por la primavera? o ¿por la luz de la alborada?
Fotografía: Pacanda, Llanes.
Puro olor a primavera, genuino el sabor de tus letras Miguel.
ResponderEliminarMe alegra tu vuelta a este mundo loco de las palabras.
Besos, siempre al Sur.
Gracias Perseida. Si,es cierto, me cuesta escribir, como un parto dificil; por eso admiro tu página, siempre plena de bellas letras.
ResponderEliminarUn abrazo
Qué efervescencia amigo piedra, me encanta esa transformación de la naturaleza.
ResponderEliminarUn saludo,
Gladys
Gracias Gladys, todo un honor tu comentario. Espero escribir pronto algo para subir a tu blog.
ResponderEliminarExpresiones
Hola Piedra; qué hermoso panorama ¿de verdad ves eso desde tu ventana o es sólo imaginación? me encanta como describes el paisaje, real o no, amigo.
ResponderEliminarAhora en mi casa tengo las cerezas madurando y ¡los mirlos comiéndoselas! :-( hay una pareja de mirlos que crió a sus mirlitos en mis huertas y ¡se creen los dueños de ellas! el otro día entraron otros mirlos y éstos míos (que ya puedo decir que son míos, jajajja) los echaron a picotazos y peleas, es increíble.
Bueno amigo, me despido, algo triste por nuestra amiga argentina ¿cómo estará? hace días que no entra. Espero que se le pase pronto esa mala racha; pobrecita.
besos.
Espuma
Querida Espuma, es una suerte el poder tener tan cerca la naturaleza y mirar el juego de los pájaros.
ResponderEliminarEs la primera primavera que paso en Asturias y todo me sorprende; muy poco hay de imaginación en el relato.
Con los mejores deseos para nuestra amiga porteña te envio afectuosas expresiones. Piedra
Mi querido Miguel....
ResponderEliminarCuánta pureza y magia en tus palabras.
Cuánta luz para describir algo tan hermoso como el regalo de Dios en cada mañana.
Cuánta luz en tu interior para poder asimilar la primavera en tu vida, para sentirla, para olerla, para escucharla, para tocarla, para bailar con ella.
Hoy caminé a orillas de nuestro río y el otoño lo ha vestido todo.
Se han incendiado los robles destellando energía en sus hojas, mientras los álamos le hacen juego con sus hojas amarillas...
Más allá las cortaderas meciéndose suavemente al compás de adiós nonino.
Y atrás, muy atrás, el atardecer que caía lentamente cual dos enamorados que se han reencontrado.
En las barrancas del alma de Río Tercero, las palabras comienzan a brotar nuevamente cual primavera en Llanes
Un abrazo
Susana
Querida Susana, una alegría verte por estos pagos. Muchas gracias por los inmerecidos elogios, ya se que coincidimos en muchas cosas; espero que disfrutes de tu otoño como yo lo estoy haciendo de esta primavera asturiana. Un abrazo. Miguel
ResponderEliminarHola Piedra, extraordinaria descripción de la llegada de la primavera en tierras asurianas. Es un paisaje que recuerdo con mucho cariño, y porque creo que es un lugar en el que viviría siempre.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo.
Amigo Gore, ya sé que tambien tienes el corazón partido entre tu tierra andaluza, valenciana y asturiana. Toda una suerte para poder disfrutar de los encantos de cada una.
ResponderEliminarGracias por entrar a comentar, como siempre, con tanto cariño a mis historias. Un abrazo
Piedra ¡gracias por ir a mi blog! te contesté allí que aún me quedan atramenteros que reunir, los que más amigabamos, como Gore, pero no puedo entrar a su blog desde hace un tiempo ¿cuál es su dirección ahora? tu enlace tampoco funciona, además de Guanachinerfe, que sacó un libro nuevo.
ResponderEliminaren fin, este relato maravilloso ya lo leí pero no me voy sin repetirte que es maravilloso.
besos
espuma
aqui vino la amiga argentina, me emociona que se acuerden de mi. :)
ResponderEliminarque suerte tienes, piedra, de poder ver esas cosas dsde tu ventana, con mucho menos estaria tan feliz.
los uqe solo vemos cemento y ladrillos apenas podemos imaginar tanta belleza... y soñar con ella.
intentare soñar con tu ventana llena de primavera.
abrazos para ti.
Querida Nofret, qué gran alegría el verte por estas tierras, ya sabes que los años juntos en estos espacios siderales nos han unido y estamos pendiente de ti, que has pasado ratos muy malos. Ánimo y espero escribir para que me comentes tus impresiones.
ResponderEliminarUn abrazo
que suerte poder contempar desde la ventana una primavera en PIEDRA sueño volver algun dia a MI PUEBLO y tambien poder disfrutar de la primavera
ResponderEliminarp.d:la foto muy bonita, es Rozada y en primavera