En las islas flotantes de totora sobre
las aguas del lago Titicaca, sus habitantes viven por y para el turismo.
Mantienen sus coloridas vestimentas y nos muestran la que fue su forma de vida
con todo tipo de detalles.
Probé la totora (Schhoenoplectus
californicus) una especie de junco gigante, con un sabor muy semejante a los que
chupábamos de niño en Nerja. Ellos la consumen habitualmente, aportándole el
yodo tan necesario en estas altitudes.
La totora lo es todo para esta
comunidad lacustre, con ellas levantan las islas flotantes, construyen sus
vivienda, fabrican sus barquitos y las naves que usan para pasear a los
turistas, además de todo tipo de enseres
para uso cotidiano.
Tienen una organización propia, que
distribuye los barcos de los visitantes entre las distintas islas, para que
todas aprovechen los beneficios del turismo. No hay ningún tipo de engaño,
ellos muestran lo que tienen y el turista informado puede reconocer lo que ha
sido una adaptación del hombre a un medio tan hostil, como vivir sobre las
aguas a cerca de 4.000 m. de altitud.