
Sierra Tejeda ¿Cómo ordenar los recuerdos de tantos días en los que caminé por tus cumbres?
Días de nieves en plena primavera, subiendo como un jabato con las piernas hundidas hasta cerca de las rodillas.
Días sorprendentes descubriendo las pequeñas flores de las plantas carnívoras (Pinguicola dertosensis) que tapizan tus tajos rezumantes.
Días de ventisca en puerto Loberas, caminando inclinado por la fuerza del viento.
Días saboreando la dulzura de los arilos carnosos en las semillas venenosas de los tejos.
Días de frío en invierno, extasiado por la belleza de las columnas de hielo colgando sobre el vacío.
Días de mar de nubes en la costa, cuando parecíamos flotar en el aire.
Días de sol en tus cumbres, descubriendo el piorno azul (Erinacea anthyllis) de flores blancas.
Días de horizontes abiertos, divisando la espectacular sierra Nevada, Lújar, Gádor, El Rif africano, la sierra de Mijas, las Nieves, el arco calizo del Torcal y las Cabras, las sierras cordobesas .... y lo grande que es la mar.
Días escuchando silbar a las cabras monteses, avisándose de que andaban intrusos por sus sierras, y otras veces devolviéndonos la mirada desde las atalayas de sus tajos.
Días reponiendo fuerzas por el calor en la fuente de la Tacita de Plata.
Días de subir tranquilo, reposado, disfrutando del olor a monte, en compañía de mis hijos y los amigos.
Días duros cuando después de subir a la Maroma, haciendo la integral Tejada-Almijara, salí volando por un cortado y tuve la suerte de caer sobre el saco de dormir que llevaba dentro del macuto.
Días de sol, nieve, calor o frío, siempre la Maroma inolvidable en su belleza.
Fotografía: vertiente norte de sierra Tejeda.