21 septiembre 2010

Amar, amarte, amor.



Una vez quise

alcanzar la luna

ver de cerca el mar

contar el tiempo sin días

oir el son de las tórtolas

volar sin rumbo

esconder el olvido

andar caminos sin fin

navegar de cara al viento

anclar en islas desiertas

amar

amarte

amor.



Fotografía y texto de Piedra.

19 septiembre 2010

Coplillas de Moclín



Si vienes a la romería
a pedir que tu vientre se abra
no te pongas un velo de luto
sino dulce camisa de Holanda.
Vete sola detrás de los muros
donde están las higueras cerradas
y soporta mi cuerpo de tierra
blanco hasta el gemido del habla»
García Lorca



Pa´Aurora


A la romería de Moclín
va mi jaca lucera.
A la grupa mi comadre,
¡qué buen porte lleva!


Compadre, vente a la feria
que el caballo tordo
tiene ganas de juerga.


¡Ay romería de Moclín!
la más milagrera,
dale a mi niña
un novio que la quiera.


Castillo de Moclín,
Cristo del Paño,
camino entre olivares
con la vela, por tu santo.


Cinco de octubre
día señalao,
niña, vente conmigo
al Cristo del Paño.


Fotografía: Castillo de Moclín. Granada. Wikipedia
Texto: Coplillas de Piedra.

16 septiembre 2010

Propuesta de Relatos del Andurrial


A partir de la imagen, escribir un micro de no más de 20 líneas.



La mañana amaneció cubierta y tuvo que levantar la persiana para mirarse en el espejo.
No podía creerlo, la imagen que veía no era la suya. Una mujer mucho más joven, con el pelo suelto y los ojos de un azul celeste, le delvovía la mirada sin ningún rubor. En ese momento recordó el sueño que había tenido: se veía joven, con el pelo largo sobre los hombros, aquel pelo que tanto le gustaba acariciar a su compañero del pupitre tras el suyo, en los años de bachillerato.
No quiso darle mas vueltas, la imagen del espejo era ella misma, veinte años atrás. El sueño se había hecho realidad y ella no tenía ganas de despertar.

10 septiembre 2010

Ribadesella





Érase un país de ensueño, donde un día de mar en calma, un marinero trajo una palmera de las Islas Afortunadas. La plantó de espaldas a la montaña, mirando la mar, para que no perdiese la querencia de su tierra, allá en aquellos mares cerca de ultramar. Olvidose que las palmeras unas son machos y otras hembras, y para que den fruto han de vivir en pareja. Y ahí me tienes a la palmera, mirando todos los días la mar, por si el marinero tiene a bien traerle un compañero de aquellas tierras canarias donde florecen las palmas.

06 septiembre 2010

Caminos de Llanes







Entre los Picos y la mar, por la ería de prados y maizales va el camino de Llanes. Aún pueden verse algunas vacas de leche pastando la hierba bañada de aromas marinos, quizás sean las últimas ganaderías del concejo. Al precio que pagan la leche a los ganaderos no pueden mantenerlas y cada día son más los que cambian las vacas lecheras por las de carne, que aunque tampoco les haga ricos, necesitan menos dedicación.
Áyobe hacía el camino varias veces, correteando entre las flores jugaba con la abuela a poner el semáforo en rojo parando el tráfico por la senda. Otras veces jugaba con hacer volar los vilanos y perseguirlos en su vuelo por la ería.
Tardes de paisajes abiertos al mar y a la montaña, en esta tierra del norte, donde la luz va cambiando el color de los Picos antes de que lleguen las sombras de la noche. Es como si la montaña se despidiese, con su color bermejo, del sol del horizonte que las iluminó y se preparasen tranquilas a esperar un nuevo día, una nueva luz que oriente a los peregrinos de Santiago.

Al igual que en la entrada anterior los amigos acertaron al reconocer la playa de San Martín, les animo hoy a que identifiquen el tramo de camino de Santiago que les presento.

01 septiembre 2010

Arenal de Llanes



Dejo para mis amigos asturianos, o a los foráneos que han bebido el agua de Tereñes (“mi pueblo”), o han tomado un culín de sidra en Pacanda (“mi lugar”), el averiguar la playa del concejo de Llanes donde mi hijo y mi nieto juegan a correr las olas.
Les daré algunas pistas: era una mañana del recién pasado agosto, el cielo claro, la luz tamizada por un leve noreste, la playa desierta, el horizonte abierto donde una sombra caminaba en “pelota picá”, como diría mi nieto, y todo el arenal para el ir y venir de Áyobe.