02 mayo 2017

Paseo a Sotres. Asturias.



Salimos de Pacanda, sobre las 10, cuando ya las casinas estaban de reposo en una mañana espléndida de sol.
El valle de Rales y Vibaño exuberante en plena primavera , con un verdadero túnel  arbóreo en muchos  tramos de la carretera que apenas nos dejaba ver el picu Castiello, tan llamativo sobre el pueblo.

Al pasar el Alto Ortiguero, paramos en el mirador de La Molina, descubrimos una cabaña entre los prados del bosque que nos dejó prendados. Tanto que al llegar a casa pusimos un anuncio en face “ Se busca pareja para el verano. No hay TV” con  su fotografía  y hemos tenido infinidad de solicitudes y mensajes privados para reservarla.

El picu Urriellu estaba majestuoso con las últimas nieves de primavera, y no nos cansamos de fotografiar.

Los alrededores de Poncebos eran una romería de gente camino del Cares, los coches aparcados a kilómetros por toda la carretera, nosotros dijimos que subíamos a Sotres y no tuvimos problemas en pasar. Las multitudes no escarmientan, todos se reúnen en los mismos sitios para hacer lo mismo. Una suerte, nosotros pagamos la novatada hace 40 años. Una vez,  Santo Tomás, ninguna más.

El puente viejo de Tielve, una joya primaveral. Hoy  estaba menos cubierto de vegetación y lucía espléndido delante del molino.

Pasamos Sotres para subir al alto de La Caballar, y poder ver el circo de montañas nevadas sobre el pueblo que quedaba como una isla de color entre las praderías.

Al bajar almorzamos en el lugar acostumbrado, el menú que ya conocíamos : fabada, cordero y arroz con leche. Para beber, agua de Sotres.
Como  ya es habitual, un disfrute de rancho, en un comedor con ese gran ventanal a los prados tan verdes.

Piedra