31 mayo 2013

Balcones limeños. Lima, Perú


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El señor obispo podía mirar y ver, sin necesidad de aparentar leer el breviario para camuflar sus intenciones.
Las celosías ya se usaban en la edad media peninsular para tranquilidad de cenobios y conventos, pero la maestría en el trabajo de la madera culmina en el virreinato de las colonias americanas, que heredan el buen hacer mudéjar y lo engrandecen. 
El uso de la madera de cedro se mantiene durante la república y a pesar de los terremotos, como el de 1687, se sigue con la tradición de los balcones.
Cuando no se es obispo, la plata no llega para trabajar el cedro y se recurre al humilde visillo para protegerse de miradas inquisitoriales. Los balcones siguen siendo bellos y dan carácter a la ciudad de Lima.
Tal carácter, que junto a su patrimonio arquitectónico, han dado al centro de Lima el galardón de Patrimonio de la Humanidad, concedido por la Unesco gracias al plan de recuperación del centro histórico de los años 1996-1998, cuando la Municipalidad invitó a las instituciones a “adoptar” un balcón, para costear su conservación y restauración.


Texto y fotografías de Miguel Bueno












26 mayo 2013

Urso, Oxona, Osuna. Sevilla.


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El origen de Osuna se remonta a unos tres mil años, cuando los turdetanos habitan la ciudad, que más adelante se conocería como Urso. En el año 44-43 a. C., cumpliendo una previsión anterior de Julio César, fue refundada por Marco Antonio con veteranos de las últimas guerras civiles, dándole el estatuto de colonia romana y el nombre oficial de Colonia Genetiva Iulia, también documentado en algunas inscripciones. Se conserva, aunque incompleta, su ley colonial fundacional, una importante inscripción de bronce en varias tablas, conocida como Lex Ursonensis [1] (aunque el nombre "Urso" no aparece en ella), que se custodia en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Un siglo más tarde, Plinio el Viejo la cita como Colonia Genetiva Urbanorum Urso (NH, III.12).
En el periodo musulmán se denomina Oxona, siendo conquistada en 1.239 por los ejércitos castellanos de Fernando III el Santo. En 1.264 es entregada a la Orden de Calatrava, que crea la Encomienda de Osuna. Por su situación estratégica, se convierte en un punto crucial para la defensa de la línea fronteriza con el reino nazarí de Granada. En el siglo XV, los caballeros calatravos ceden la ciudad de Osuna a D. Pedro Téllez de Girón, cuyos descendientes reciben el título de Duques de Osuna durante el reinado de Felipe II.
Osuna se encuentra ubicada en una situación privilegiada, en el centro de Andalucía, junto a las principales arterias que vertebran las más importantes zonas humanas y económicas de la comunidad, la A-92 y la Nacional IV a su paso por Écija. Esta privilegiada situación la coloca a tan solo 1 hora de Sevilla, Córdoba y Málaga, y a hora y media de Granada, Jaén, Jerez y Algeciras.
Debido a la variedad orográfica, dentro del mismo término municipal,  hay tipos de terrenos tan diferentes como son las zonas de la Sierra, la Campiña y los Humedales de la Laguna Calderón.
Los alrededores de Osuna presentan una interesante variedad de paisajes, vegetación y fauna, desde los típicos bosques-galería que encontramos en Rio Blanco a los olivares de la Campiña. De los flamencos y garzas de la Laguna Calderón a los petirrojos, zorros y gavilanes de Rio Blanco; y por todas partes caza menor, conejos, perdices.
Texto corregido de Wikipedia.
Fotografías Miguel Bueno






















22 mayo 2013

En tren, Cusco-Puno, Perú.

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Ya cuando accedes al tren, te liberan de las maletas. Las maletas las llevan al vagón almacén y tu subes libre como un pajarito.
Entras en los años 20 del siglo pasado, mesa con tulipa y mantelito. Adornos modernistas por doquier, iluminación con lamparitas en el techo, aunque hace un sol espléndido, y varios camareros uniformados que rápidamente te preguntan que aperitivo deseas.
Has subido al Andean Explorer en Cusco y te esperan 10 horas de viaje hasta Puno.
Los primeros kilómetros se hacen paralelos al río Huatany entre poblados de adobe y montes con eucaliptos.
Te molestan los eucaliptos, no has hecho 12000 Km. para ver eucaliptos y esperas que cambie el paisaje, y en verdad cambia.
 Con la altura desaparecen los eucaliptos, se abre el valle y comienzas a ver los picos nevados de la cordillera andina, los valles glaciares con su U característica y los circos cubiertos de nieve.
La gran extensión del altiplano, con rebaños enormes de alpacas, que han bajado de las cumbres para aparearse al final de la temporada de las lluvias, no te dan descanso, y consigues la foto del macho montando a la hembra.
Al llegar a La Raya (4321 m.) el punto más alto del recorrido, el tren se toma un respiro, descansa, y los viajeros podemos bajar al mercadillo, entre cumbres  nevadas al alcance de la mano.  Nos dicen, que esta mañana habían amanecido nevadas hasta las mismas vías del tren.
Te mueves lentamente, le temes al soroche, y entre la falta de oxígeno y la belleza del paisaje estás como un poco ido. Compras unas cuantas bufandas finísimas de lana de alpaca para los amigos, y la consorte que ha cogido el soroche te la monta.
Haces las fotos a la ermita y dejas constancia de las paisanas que visten sus ropas tan coloridas.
 Al toque del silbato, vuelves al tren, y aunque el camino ahora desciende, no por eso aumenta la velocidad.
Te vas al vagón “mirador” y sigues haciendo fotos a los pequeños poblados del altiplano, a los rebaños de alpacas y al mismo tren, que se deja fotografiar sin protestar.
Se abre aún más el altiplano y los ríos van, en la llanura, tan lentos como el tren.
De pronto cambia la visión, entramos en Juliaca, nos abrimos paso dentro de un gran mercado, con los puestos casi rozando las ventanillas. El tren circula solo tres veces por semana y el espacio de las vías es mientras tanto aprovechado para vender y comprar, retirando la mercancía momentos antes de que pase.
Se vende, se repara o se cambia cualquier tipo de mercancía. Nos cuentan que vienen al gran mercado todas las gentes de los pueblos vecinos, incluso desde el mismo Puno, a 45 Km. de distancia.
Con las últimas luces del día llegas al lago Titicaca, pero esa es otra historia.

Piedra
  














19 mayo 2013

Jugando con la brisa. Málaga.













No recuerdo muy bien si era a sotavento o barlovento, lo que si estoy seguro es que la brisa era caprichosa y no le importaba el límite de las 20 millas y mucho menos si el paso peatonal estaba libre o no.
Los barquitos iban y volvían al albur del viento, entre las datileras, sin mirar al vendedor de helados, que recorría el rebalaje, por si amainaba y la gente entraba en calor.
Aunque era mediados de mayo, el poniente venía tan fresco que parecía más bien febrerillo el loco, cuando los días aún son tan cortos que no da tiempo  a que los caliente el sol.

Acababa de llegar del cementerio inglés, donde habían montado un mercadillo variopinto, entre tumba y tumba. Al lado de un puesto con cristal y botellas antiguas, estaba el de la miel de abeja, el de los vestiditos de gitana y los mausoleos de los ingleses.
Los vendedores, en su mayoría de color, lo tomaban con una calma infinita. Entre el bocadillo, la botella de cerveza y la tumba de Geoffrey Herbert (q.e.p.d.), esperaban vender algo al público, tan sorprendidos por el espectáculo, que vi comprar a muy pocos.
Una pena, la consorte no estaba por disfrutar de la belleza surrealista, en medio de un cementerio, y dimos de mano antes de lo que me hubiese gustado.

Para acabar la mañana, nos fuimos a la feria del libro, en el mismísimo puerto de Málaga, donde había echado el ojo a un libro precioso del gran fotógrafo Pedro Ruiz Troyano y me compré el de Casares, una maravilla.
Expresiones.

Texto y fotos de Piedra

La fotografía de Casares está sacada del libro “Casares cerca del cielo” de Pedro Ruiz Troyano.

17 mayo 2013

Jacarandás para Nofret





En este mes de mayo, Nofret, han vuelto a florecer las jacarandás de Málaga. Empezaron tímidamente, una flor en una rama y un ramillete en otra,  salpicando de lila el cielo de la plaza, pero en unos días, con estos soles de mayo, todo el árbol se ha cubierto de flores y ya no se ve el cielo,  solo se ve el celeste de las jacarandás, esas que todos los años me preguntabas si ya habían florecido.

Era con tus primeros fríos, cuando sentías, que habrías de cerrar las ventanas de tu casa. Te acordabas de que mis jacarandas ya estarían en primavera, y me decías: Piedra, ¿han florecido tus jacarandás? las mías están perdiendo las hojas, se preparan para el invierno, y como siempre, a mí me ha cogido a trasmano.
Cada día me gustan menos los inviernos, son muy fríos para mi, y no se muy bien si podré soportarlo otro año más.

Te sentías delicada, y nos tenías en vilo, cuando durante unos días no nos veíamos, bueno si, no nos veíamos. Era tal nuestra amistad, que todos los días hablábamos como si estuviésemos uno al lado de otro, nos manteníamos informados de la travesuras de César y de las novedades de nuestra querida Gladys en “Algo para Contar”.

Hoy he salido a la terraza para hacer una foto de tus jacarandás y enviártela por correo, seguro que con estos adelantos, le llega a los tuyos y te la guardan.

Expresiones
Piedra