La bisabuela Enriqueta a sus noventa y seis abriles como una rosa y el biznieto Carlos a sus seis días como seis luceros, os desean a todos un 2011 pleno de venturas maravillosas
Vas mirando las gradas que fueron un día bulla de gente y comercio, tal que de las cadenas adentro, era monopolio de la iglesia el cobrar los impuestos de la compraventa y subasta de esclavos. El comercio de esclavos se realizaba en los siglos XV y XVI en las gradas que rodean a la catedral de Sevilla, es de destacar que desde Málaga se trajeron a Sevilla 2300 moros después de la conquista por los Reyes Católicos, y fueron muy numerosos los canarios que se vendieron como esclavos en las gradas de la catedral. De América estaba prohibido traer esclavos, por real orden, excepto si eran caníbales, y claro, muchos llegaron con certificado de antropófagos. Prueba del número y de la integración de los esclavos en la ciudad es la presencia de la cofradía ”Hermandad de los Negritos” que fundada en 1554 aún procesiona por las calles de Sevilla en su semana santa, aunque haya perdido el carácter étnico. Podéis ver un detallado estudio en: http://personal.us.es/alporu/histsevilla/esclavos_sevilla.htm “Los esclavos en la Sevilla del XVI”.
“¿Qué se hizo aquel trovar, las músicas acordadas que tañían?” Jorge Manrique Recios muros que fueron atalayas de marinos por divisar a las naves de ultramar llenas de oro y plata. Hoy ya no queda torre ni marinero alerta sólo las olas que vienen a lamentar ¿Qué fue de tanta riqueza? ¿Qué fue de tanto expolio? ¿Dónde el galeón de la Habana con mástiles como torres? ¿Dónde su arrogancia pregonada con tantas salvas? Altas torres que cayeron mustias ruinas.
Tarde de noviembre la brisa trae aromas de tierra mojada recuerdos de Granada patio de colegio y ciprés. Cielo cubierto bandadas de aves de la sierra a la vega. Tan lejos del mar tan lejos de casa tan lejos de mi. ¿Será el mismo aroma? ¿Serían las nubes distintas? ¿Serán iguales los días? Aquellas tardes lentas estas tardes tan rápidas veloces como las nubes en cubrir la mar entera ajena al cielo lejos de Granada cerca de mí.
Después de quedar al pairo, no tuvieron más remedio que arriar el velamen, el levante no entraba y los caminos de la mar eran tantos, que la travesía a remo no era recomendable. La calma chicha duraba ya dos días y acordaron subir a Gibralfaro para otear mejor el horizonte. Vieron que ni por Calaburra cambiaba el color del cielo; ni una nube, ni una señal rojiza al sol poniente. La singladura a la isla de Alborán, para avistar ballenas y cachalotes, tendría que retrasarse hasta que soplara viento, mientras tanto, darían un paseo por el parque de Málaga para ver las grandes ceibas en flor durante el mes de diciembre. Fotografía de Piedra desde el castillo de Gibralfaro. Málaga
La ceiba, cansada de tanta belleza, se pone a cantar una guajira y el palacio se apunta al ritmo de la canción. Vibra con el son cubano, recordando sus raices andaluzas y el viaje posterior a la perla de las Antillas, de donde trajo tal añoranza, que le hace florecer en el invierno de Málaga. Texto y fotografías de Piedra