07 julio 2011

Entre el mar y la sierra. Maro












¿Vas a Maro?
¿A poner los huevos caros?
Decíamos de niño, cuando alguien iba a Maro desde Nerja.
A Maro se iba andando, corriendo, en bestias, o en una combinación, que podía ser un motocarro, la caja de un camión o raramente un turismo, cuando empezaron a aparecer los coches particulares por el pueblo. Mientras tanto era normal ir y venir de Maro con los zapatos en la mano y las alpargatas en los pies, para cambiarse al entrar en el pueblo.
Aunque Maro estaba muy cerca, cuatro kilómetros, a veces, la distancia era enorme, como cuando murió tía María y tuvimos que traer la caja a hombros, al cementerio de Nerja. En el turno del Santocristo, entró para ayudarnos el primo “Pasos Largos”, y llegamos al cementerio casi diez minutos antes que los dolientes, que iban siguiendo la caja a pie. Recuerdo que al mirar para atrás y ver tan lejos al duelo, decidimos poner a la difunta en el suelo y esperar al resto de amigos y parientes.
En Maro eran muy dados al ponche. Cuando hacíamos el recorrido con mi padre para visitar a tantas primas como tenía, en todas las casas me ofrecían un ponche.
-Niño, tómate un ponche, que es muy bueno pa’ hacer sangre,
El ponche era un gran vaso de leche de cabra con un huevo crudo y un chorreón de vino dulce. A mi, tal potingue me revolvía el estómago, pero me lo daban con tanto cariño que no tenía mas remedio que tomarlo, y a veces caían varios en el mismo día.
Maro, sigue siendo la isla de paz que fue siempre. Es un milagro que en plena costa, se mantenga la tranquilidad de pueblo pequeño. La única diferencia, con mis años mozos, es que ahora no se ven por las calles las enormes piaras de cabras de antaño, y a cambio se pueden ver algunos turistas despistados, sin saber donde mirar, de tanta belleza como tienen alrededor.
Hacemos votos para que Maro, ya que se salvó del arrollador “boom constructor” de estos años pasados, sepa conservar el encanto que tiene, y pueda seguir disfrutándose de su belleza por las generaciones venideras.

9 comentarios:

Bibliolibre dijo...

Hacemos votos para que Maro pueda continuar con su belleza y tranquilidad y también para que podamos seguir yendo caminando despacito por esas aceras tan hermosas que nos han puesto desde Nerja, haciendo una parada para echar un cigarrito (los que somos reincidentes) mirando el puente del Águila.
¿Sigue en restauración?
Un abrazo
Bibliolibre

Lito dijo...

Entrañables historias de tiempos pasados, de otra época en que se hacían cosas que ahora serían impensables. Supngo que ahora el ponche ni probarlo.
saludos.

gladys dijo...

Es casi un milagro que aún existan pueblos así, ojalá perduren para el disfrute de nuevas generaciones.

Mª Angeles B. dijo...

Esperemos que este lugar pueda seguir con su belleza y tranquilidad.

Muy bonito.

Besos

Anónimo dijo...

Bellas fotos de Maro. Yo no nací ni me criaron en Nerja/Maro. Pero vine por primera vez hace 44 años y añoro los viejos tiempos de la paz rural y la vida lenta también. Pero tú, con tus escritos, los conservas tan claramente que podemos leer, recordar, y disfrutar de ellos otra vez. Un abrazo, Diana

La sonrisa de Hiperion dijo...

Que pedazo de fotos que nos has dejado...

Saludos y buena tarde de sábado.

Anónimo dijo...

MAro...mi querido MAro, el pueblo de mi abuelo Miguel...aùn recuerdo mis caminatas al atardecer por sus callecitas...su gente, la plaza...la playa...las uvas...la arena...cuànta nostalgia , cuànta belleza...Siento que pertenezco allì y ojalá algùn dìa el Universo pueda llevarme nuevamente hacia ese, mi lugar en el mundo...
Gracias Mi querido Miguel, por tus palabras y estas fotos...Te quiero mucho

Rafa pabernosmatao dijo...

Cuantas cositas nos cuentas, Maestro!!!

Editorial Maro Axarquia Copyright © 2019 dijo...

Unas palabras que quitan el sentido. Saludos desde Maro
www.maromejorquenunca.com