12 junio 2007

Gaviotas en tierra

Hoy, tras mi ventana, han venido a labrar la tierra. Una tierra ya vieja por particiones y herencias divididas.
A vista de pájaro, la parcela de tierra arada tiene forma de yunque, rodeada por el verde de las vecinas, los manzanos y las encinas.
¿Qué partición de herencia, llevó a trazar esas lindes?
¿Qué "hombre bueno", intervino para que los deudos llegaran a un buen acuerdo?
¿Quién levantó el muro de piedra, ya gris por las años transcurridos?
¿Quién plantó la pomarada?
¿Quién dejó la tierra calma, para el maíz y la patata?
Y, antes de que llegaran de América el maíz y la patata, ¿Qué cultivaban?
¿Serían cebollas y centeno, lo que quitase el hambre en esta tierra de emigrantes?
Las gaviotas, una a una, se descuelgan del cielo y siguen el surco abierto por el arado. Ajenas al tiempo, a la ería y al dueño de la ería.
La tierra se blanquea, de vez en cuando alguna levanta el vuelo para mejorar su posición y ocasiona un revuelo en la bandada. Al atardecer, poco a poco, por la querencia de la mar vuelan a los castros frente a los acantilados de Llanes.
Hoy, no tendrán que comer pescado, las alimentó la tierra.

09 junio 2007

08 junio 2007

La joven de blanco

Era una joven vestida de blanco
en el umbral de una puerta
hace treinta años.
Un cruce de miradas.
Un recuerdo permanente.
Una joven cuando yo lo era.
Un pueblito de la Francia.
Un viaje sin rumbo,
un "cuatro latas" recargado,
comida para cuatro.
Europa ante nosotros.
Un recuerdo imposible
de una breve mirada.
Un cruce de dos vidas
sin contacto.
En el tiempo detenida
la belleza del instante permanece.
Hoy hace treinta años.

04 junio 2007

Dislándia

Después de recortarse hasta la uña del dedo meñique, esa que usara tantas veces para sacar de la pipa los restos del “caldo gallina”, diose cuenta, que le faltaba un sello para tener todos los papeles en regla. El sello del consulado, que le validaba para confirmar que no atentaría contra el presidente, y de esa forma poder pasar la frontera.
Su compadre, había conseguido entrar hace unos años y habían quedado en encontrarse de nuevo, para seguir en comandita con el negocio de fotografía que ya explotaran en su pueblo de Pacanda. El compadre Domingo realizaba el encuadre, y él trabajaba los retratos en el cuarto oscuro hasta que dejaba las fotos claras y con esa pátina como de vieja, que pareciera de otra época.
Al cabo de unos días, se dio cuenta de que echaba de menos su tabaco sin filtro, y le envió un propio a su compadre para comunicarle que no lo esperase. Se iba a dejar crecer su uña, seguir con su tabaco y ya veríamos si arribaba a Dislándia en otro momento en que los trámites de aduana fueran más sencillos.