Hoy, tras mi ventana, han venido a labrar la tierra. Una tierra ya vieja por particiones y herencias divididas.
A vista de pájaro, la parcela de tierra arada tiene forma de yunque, rodeada por el verde de las vecinas, los manzanos y las encinas.
¿Qué partición de herencia, llevó a trazar esas lindes?
¿Qué "hombre bueno", intervino para que los deudos llegaran a un buen acuerdo?
¿Quién levantó el muro de piedra, ya gris por las años transcurridos?
¿Quién plantó la pomarada?
¿Quién dejó la tierra calma, para el maíz y la patata?
Y, antes de que llegaran de América el maíz y la patata, ¿Qué cultivaban?
¿Serían cebollas y centeno, lo que quitase el hambre en esta tierra de emigrantes?
Las gaviotas, una a una, se descuelgan del cielo y siguen el surco abierto por el arado. Ajenas al tiempo, a la ería y al dueño de la ería.
La tierra se blanquea, de vez en cuando alguna levanta el vuelo para mejorar su posición y ocasiona un revuelo en la bandada. Al atardecer, poco a poco, por la querencia de la mar vuelan a los castros frente a los acantilados de Llanes.
Hoy, no tendrán que comer pescado, las alimentó la tierra.
A vista de pájaro, la parcela de tierra arada tiene forma de yunque, rodeada por el verde de las vecinas, los manzanos y las encinas.
¿Qué partición de herencia, llevó a trazar esas lindes?
¿Qué "hombre bueno", intervino para que los deudos llegaran a un buen acuerdo?
¿Quién levantó el muro de piedra, ya gris por las años transcurridos?
¿Quién plantó la pomarada?
¿Quién dejó la tierra calma, para el maíz y la patata?
Y, antes de que llegaran de América el maíz y la patata, ¿Qué cultivaban?
¿Serían cebollas y centeno, lo que quitase el hambre en esta tierra de emigrantes?
Las gaviotas, una a una, se descuelgan del cielo y siguen el surco abierto por el arado. Ajenas al tiempo, a la ería y al dueño de la ería.
La tierra se blanquea, de vez en cuando alguna levanta el vuelo para mejorar su posición y ocasiona un revuelo en la bandada. Al atardecer, poco a poco, por la querencia de la mar vuelan a los castros frente a los acantilados de Llanes.
Hoy, no tendrán que comer pescado, las alimentó la tierra.