21 octubre 2016

Arboricidio programado. Asturias.



En los concejos asturianos de Llanes y Ribadedeva, junto a la costa cantábrica, se ha conservado un encinar esclerófilo  mediterráneo (amante de la sequía) como reliquia de un periodo con clima más seco al de la actual Asturias, de clima húmedo oceánico.

El encinar, con toda su orla arbustiva acompañante, de durillos, aladiernos, laureles, jazmines, zarzaparrillas, ruscos, majuelos, madreselvas, saúcos, cornejo, etc. incluso hemos llegado a ver, en contadas ocasiones, madroños y alcornoques, se ha conservado en los cuetos calizos, donde la permeabilidad del cars, ha dejado los suelos lejos del nivel freático, y la guadaña del ganadero no pudo entrar por la presencia de tanta roca en la misma superficie.
Es una verdadera delicia pasear, por ejemplo, en los alrededores de la cueva del Pindal, en Pimiango (Ribadedeva), por el interior de un encinar tan bien conservado que llega a parecer que estemos caminando por un encinar mediterráneo de  Quercus ilex, y para más, quedar extasiados con los castros (islotes) coronados por las encinas.
(La historia de Pimiango y sus zapateros, aprovechando los taninos del encinar, merece un estudio aparte)

Si además añadimos que en muchos setos vivos de la zona (sebes) se han refugiado  hierbas  y arbustos del encinar y podemos recolectar hinojos (Foeniculum vulgare) con los que guisar el potaje serrano andaluz, nos parecerá que no hemos salido del Mediterráneo.
Las encinas pueden encontrarse, muchas veces con portes espectaculares, fuera del bosque, en linderos de prados de ciega, y más escasamente en el interior de los prados.
En algunos casos, un dolor, el encinar aparece maltratado con plantaciones de eucaliptos en su interior.

No encontraremos ninguna encina joven, la ley que las protege tiene un doble filo. Está tan prohibido aprovecharse de ellas, que nadie dejará crecer ninguna encina que aparezca en su finca, por evitar el no poder usarlas en el futuro.
Si además se añade, que tienen penalización en la subvención que reciben los pastos - se deduce la sombra del árbol al montante de superficie dedicada a la hierba - no nacerá una nueva encina, por muchas bellotas que germinen.
Lo mismo está ocurriendo con las pomaradas, si ya al estorbo para la ganadería mecanizada actual, que supone los manzanos, al entorpecer el trabajo de los tractores, se añade la penalización por la sombra del árbol en la subvención que reciben los prados. No quedará un manzano en unos años.
Hemos visto desaparecer, castaños, nogales y manzanos, atacados sin piedad por el hongo fitostera. No se cuidan los que quedan, ni se reponen con plantas resistentes al hongo, porque pierden dinero de las subvenciones.

El doble filo de leyes, pensadas para proteger la vida rural, es lo que deseamos poner de manifiesto en estos apuntes.
Lo denominamos “arboricidio programado”.
No se puede subvencionar los prados, penalizando a los árboles.

Miguel Bueno 

 Encinar sobre los mismos castros en Pimiango, Ribadedeva.


 Encinar de Niembro, en la ensenada El Bao.




 Encinas aisladas dentro de los prados en Niembro, Llanes.


 Encinona de Balmori, Llanes (Esta tiene nombre propio por su espectacularidad).

Tocón en Balmori, abril de 2017

 Encinar en la misma playa de Toranda, Niembru.


 Eucaliptos dentro del encinar, Pacanda. Piedra.


 Fotografía del año 2014, aún quedaban manzanos bordeando el encinar. Dentro del encinar, destacan los perfiles de los eucaliptos. Los tractores trabajando la hierba, ya sin ningún árbol que obstaculice su labor.

08 octubre 2016

Bosque de Peloño. Parque Natural de Ponga. Asturias



A primeros de octubre, nos citamos en Beleño (Ponga), con un guía local, para  ver la berrea de los ciervos (Cervus elaphus) conocidos en la zona como venados.
Con el vehículo del guía pudimos entrar al corazón del bosque de Peloño, disfrutando a lo largo del camino de las espectaculares hayas que lo bordean. 
Después andando a través de campas y veredas nos acercamos a los prados donde el guía tenía localizados varios venados para intentar verlos de cerca.
Fue un disfrute caminar al borde del hayedo cuando entraba la niebla, pero esta no nos permitió ver a los ciervos.
Quedamos expectante hasta que, al filo de la noche, comenzaron los lamentos de los machos para conquistar el favor de las hembras. Eran varios, que parecían dialogar con sus berridos en la distancia.
El que oíamos más cercano, parecía retumbar desde el fondo de la tierra. El guía nos comentó que era de un gran ejemplar que dominaba los prados de la zona y quería mantener su reinado un año más.
A pesar de la niebla, pude hacer algunas fotos que presento en esta entrada. Si alguno desea ver la espectacularidad de paisaje que rodea el bosque de Peloño le recomiendo visite mi entrada de octubre del 2011 : Parque Natural de Ponga. Una mirada. http://miguelbueno.blogspot.com.es/2011/10/blog-post.html
Cuando tuve la oportunidad de hacer casi el mismo recorrido que hicimos ahora para la berrea.