30 noviembre 2009
28 noviembre 2009
25 noviembre 2009
Amor, amor mío
" Como yo te he querido..., desengáñate:
¡así no te querran! "
Gustavo Adolfo Bécquer
Amor, amor mío
¿recuerdas aquella tarde
cuando el sol se detenía
y el aire estaba en calma
a la sombra de la ceiba?
¿Recuerdas, amor mío
que como colegiales los dos
teníamos vedado salir del jardín
mientras la brisa traía
aromas de la mar cercana?
Amor mío, ¿recuerdas
la primera vez que
tus manos entre las mías
hicieron vibrar todo mi ser?
¿Te acuerdas, cómo
el temblar de tus labios
delataban tu sentir?
¿Recuerdas?... hace ya medio siglo
y parece que fue ayer.
Fotografía: Monumento a Bécquer. Sevilla
22 noviembre 2009
Sevilla. Cañada de los pájaros
14 noviembre 2009
13 noviembre 2009
04 noviembre 2009
A cuatro leguas de Pacanda
Braulio se crió a cuatro leguas de Pacanda, en una casa pequeña donde había más flores que espacio para los cuatro hermanos.
Ana, la menor, crecía en silencio, como un susurro; a ella sólo le gustaba oír el canto del jilguero cuando sacaban la jaula al sol de la puerta. Su música le acompañaba en los juegos de niña solitaria. La recuerda muy bien, como si fuese ayer, con las dos trenzas rubias y esos ojos azules con un fondo de tristeza, quizás, por tener que jugar sola con aquel gato tan arisco que no quería moverse del rincón al sol, en el alféizar de la ventana.
Los dos hermanos mayores eran varones y con tanta diferencia de edad que coincidían en poco, no se veían ni a la hora de cenar. El trabajo con el ganado era tan duro, que cuando acababan de ordeñar a mano las vacas, Ana y Braulio ya estaban en la cama.
Braulio, en medio como el jueves, no tenía edad para acompañar a su hermana en los juegos, ni años para trabajar con los mayores.
En aquellos veranos tan largos, salía por la mañana al río, donde dejaba correr su fantasía mirando cómo lo hacía el agua. A veces seguía el vuelo de las libélulas y descubría que se posaban unas encima de otras, imaginaba algo parecido a lo que hacía el gallo con las gallinas, pero aún más difícil.
Otras veces cuando soplaba “el gallego”, pasaba las horas muertas en el campo del bramadorio, donde la rebeldía de la mar hacía bramar los bufones levantando nubes de espuma como si una fuerza, cósmica más que telúrica, quisiese unir la tierra con el cielo.
Esos días volvía a casa con ganas de charlar con su hermana y le contaba lo duro que tenía que ser para la mar querer acercarse al cielo atravesando la tierra.
Fotografía: Bufones de Pría ( Llanes )
02 noviembre 2009
Luz de Pacanda
Esta luz de Pacanda
con el cielo entreverado
de pequeñas nubes.
Este sol de noviembre
que acaricia suave
el regalo de mis días.
¡Qué dicha
el otoño de la vida!
tan alejado del tiempo
en que curas sin alma
amenazaban
con el “fuego eterno”
a inocentes criaturas.
Hoy vi la mar
estaba en calma.
Fotografía: Sierra del Cuera, Llanes
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