28 diciembre 2009
17 diciembre 2009
Decidme cómo es un árbol.
“Decidme cómo es un árbol.
Decidme el canto del río
cuando se cubre de pájaros.”
Marcos Ana
Marcos, un árbol es grande.
Grande
como la mirada de la madre.
Grande
como el primer amor.
Grande
como los brazos abiertos del hijo.
Grande
como la sonrisa del nieto.
Alto
como la luz del alba.
Ancho
como el agua en la mar.
Generoso
como vientre de mujer.
Callado
como amor de padre.
Fuerte
como tu lucha por la libertad.
Al poeta Marcos Ana lo tuvo Franco 23 años en la cárcel, a la salida luchó por ayudar a los presos.
Ahora a sus 90 años ( menos 23), ha publicado unas emotivas memorias "Decidme cómo es un árbol".
Fotografía: Ficus, parque Maria Luisa. Sevilla
16 diciembre 2009
Expresiones afectuosas
15 diciembre 2009
09 diciembre 2009
04 diciembre 2009
Duele mi tierra sedienta
Duele este sol de diciembre,
dura luz de los días
en la tierra reseca
del largo verano
sin lluvia de meses.
Clama inclemente
el labriego.
Perdió la voz
en rogativas sin destino,
mirando al cielo
por ver si nubla el sol
y el viento trae
un aire distinto.
Siente el campo mustio
el caminante,
que extraña cómo
florece aún la alhucema
y resiste la dura encina.
La tierra calma
espera sin protesta
que el agua fecunde
la simiente.
Duele ver al rebaño
recorrer el pasto
en busca de verde.
Duele mi tierra sedienta.
Fotografía: campos de Isla Mayor. Sevilla
03 diciembre 2009
Añoranza de Pacanda
Desde este largo verano sevillano, entrado ya el mes de diciembre, quién lo iba decir, añoro la luz de Pacanda.
Añoro los prados verdes y la lluvia en calma; el color de la roca y esa nube que a veces limita el bosque señalando dónde está la montaña.
Seguro que los fresnos están de invernada y sus hojas después de tapizar los caminos, fertilizan la tierra cercana; los rosales del muro habrán perdido ya sus flores y esperarán para pasar en letargo el duro invierno.
Quizás Llabres, en su altura, aparezca blanca, cubierta por la nevada, y el aguilucho busque refugio cerca del caserío al calor de las chimeneas.
Puede que en las mañanas la hierba se cubra de escarcha y poco a poco el calor del sol cambie el blanco por el verde, un día sí y otro no.
De seguro que el corzo seguirá pastando en el prado vecino, pero ya no seguirá atento mis movimientos al salir o entrar en casa; no veré al petirrojo saltar del muro al prado buscando su sustento entre la hierba, ni a las lavanderas con su baile de cola, en su ir y venir a la puerta, como si tuviesen querencia por la vivienda.
¿Qué queréis?, yo desde Sevilla, añoro mi Pacanda
fotografía: Piedra. Llanes "Pacanda"
02 diciembre 2009
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