En octubre 2011, publicamos en este blog una entrada sobre la playa de La Franca. Hoy, septiembre de 2017 compartimos el texto con nuevas fotografias.
En el mismo límite oriental del concejo
de Llanes se encuentra la espectacular playa de la Franca, en la
desembocadura del rio Cabra.
Para acentuar que ya estamos en otro
concejo, el de Ribadedeva, la geología también cambia, si en el concejo
de Llanes el relieve de la costa viene dominado por las calizas con sus
castros y acantilados, ahora destacan las cuarcitas del Ordovícico con
la estratificación subvertical,originando
paredes impresionantes y playas encajadas entre los estratos. El mar,
aprovechando niveles de estratificación más débiles, produce largos y
estrechos pasillos paralelos a la costa con arcos bajo los cuales se
puede caminar en marea baja.
El rio Cabra está encauzado en el límite
occidental de la playa, sin peligro de que forme meandros, quedando un
gran arenal a su derecha.
El acceso desde la carretera general se
realiza por un camino asfaltado que en menos de 1000 m. nos acerca al
arenal y una pequeña rampa muy bien acondicionada nos deja en la playa.
Aunque en la red existen teorías peregrinas sobre el origen del cultivar del olivo o aceituno (Olea europaea), como el de ser un híbrido de tres especies de olea; para el que suscribe, el olivo se origina a partir del acebuche (Olea europaea var. sylvestris), lo que estaría en discusión sería el lugar de su aparición, si en el Medio Oriente, en el Mediterráneo occidental o en ambos.
Según trabajos recientes de Bervillé et atl. Origine et domestication de l´oliver, 2001, el olivo bien pudo aparecer en el occidente, independientemente de su cultivo oriental.
Lo que está comprobado es que hace
12.000 años, en la Cueva de Nerja (Málaga), se aprovechaban las
acebuchinas, y en numerosos lugares neolíticos andaluces: Zuheros
(Córdoba), Guadalteba (Málaga), Garcel (Almería), etc., (5.000 a. C.)
aparecen los huesos del fruto del acebuche. No nos puede extrañar que en
tantos años haya existido tiempo de mejorar el rendimiento del
acebuche, al iniciarse su cultivo con la agricultura neolítica.
Ocurre lo mismo con el trigo y la
cebada, que al ser tan numerosos los lugares neolíticos de la Península
donde se documenta su cultivo, se pone en duda el origen foráneo de su
domesticación.
Sí es cierto que la expansión del
cultivo del olivo fuera del piso termomediterráneo, donde el acebuche es
endémico, se hace en época romana. Y toda la exportación a Roma se
realiza desde las orillas del Betis: Itálica, Astigi (Écija), Córdoba, y
no desde la costa mediterránea, como demuestran las estampillas de las
ánforas del Monte Testaccio («monte de los tiestos») en las afueras de
Roma.
Es curioso destacar las etimologías de oliva y aceituna: oliva y óleo vienen de la raíz grecolatina oliva. Aceituna y aceite proceden de la raíz hebrea zait y árabe az zait. No es de extrañar que la Iglesia utilice los santos óleos y no el bendito aceite.
Esto nos subraya el origen mestizo del castellano, el único idioma latino que utiliza el derivado de az zait
para el jugo de la oliva. Lo mismo que en Granada se recolecta la
alhucema y no el espliego, o conocemos el Patio de los Arrayanes y no el
del Mirto, aunque el arrayán sea el Myrtus communis, y tantos y tantos sinónimos de uso cotidiano que tienen orígenes distintos.
Termino con «almazara», en vez de «molino de aceite». No es cierto que se muela el
aceite, más bien, se muelen las aceitunas.