Podemos iniciar la ruta en Maro, una isla de belleza
inaudita en la Costa del Sol. La antigua Detunda romana.
- Miguel, Detunda
¿Por qué?
- Sabes, querido
amigo, el misterio de los nombres. A veces es muy fácil.
Tajo el Sol: el ultimo iluminado por el Sol en sierra
Almijara, vista desde el casco urbano de Nerja. Pico Almendrón: pico piramidal,
que recuerda a una gran almendra.
En nuestro caso Detunda, suena a “fuerte y única”.
Cualquiera sabe lo que pensaban los romanos.
En verdad, fuerte y única es la fuente del “Nacimiento de
Maro”. Un verdadero manantial de gran
caudal al borde de la misma calzada romana, muy cerca del casco urbano, único
en la zona.
A la salida de Maro,
en dirección Este, pasado el barranco del Sanguino, un carril desde la N-340,
nos acerca a la fuente en 100 m. recientemente acondicionada con caños, para
facilitar su uso.
Se agradece la placa de “Agua, no tratada, ni clorada”.
Hasta hace poco la Junta de Andalucía colocaba carteles de “Agua no potable” en
todas las fuentes, aunque fuesen de montañas sin cultivar y sin asentamientos
urbanos.
Nos parece más correcto lo de agua no tratada. Y más, en
nuestro caso, una fuente cárstica de gran caudal, con agua rica en magnesio que
presupone un recorrido profundo por las entrañas de los mármoles dolomíticos de
sierra Almijara.
Dejaremos para la vuelta el subir a la torre almenara de
Maro o de Calaturcos. Un bello mirador sobre los acantilados de Maro y la playa.
Ahora en el punto kilométrico 296’600 de la N-340 tomaremos
un carril al norte, que nos acerca a la cantera abandonada, utilizada como
basurero de chatarra. Una idea del cariño y cuidado por la sierra que han
tenido los últimos gobernantes municipales de Nerja.
Una vez pasada la cantera accedemos al barranco, una
estrecha garganta fluvial tallada en los mármoles, verdadero vergel, en estos
días de primeros de marzo, con todas las plantas en flor.
Pino carrasco, (Pinus halepensis) soltando su lluvia de
azufre, que pinta de amarillo algunas zonas húmedas y arcillosas del suelo.
Jara blanca (Cistus albidus) con sus delicadas flores rosas,
tan delgadas, bañadas por el rocío de la mañana. Teme uno dañarlas, al
fotografiar.
Boj, (Buxus balearica) de grandes estambres. Que comparte
nuestra sierra con sus hermanas de Baleares y raro en otros lugares fuera de la
costa malagueña - granadina. Nuestro boj, de hoja mayor que el común (Buxus
sempervirens), a veces forma un matorral casi exclusivo, como en el barranco
del Boje en las Lomas de las Cuadrillas (S. Almijara).
Lentisco, (Pistacia lentiscus) de hojas brillantes por las lluvias recientes y a punto
de abrir sus flores. Siempre soñé en
injertar los lentiscos del cortijo de Mariquita Vela (Almijara) para cultivar pistachos.
Romero, (Rosmarinus
oficinalis) que permanece en flor todo el invierno y primavera, adornando
nuestros campos y dando de comer a muchos insectos..
Candiles (Aristoloquia baetica) con sus llamativas flores en
forma de grandes candiles, como los que nos alumbraban en el cortijo Rija (
Almijara).
Rusco, (Ruscus aculeatus) con sus tallos en forma de hoja
(cladodio) muy grandes, de gran porte, adaptados a la umbría del barranco. Muy
distintos a los que acostumbramos a ver de cladodios pequeños en las zonas soleadas.
Recuerdan a las cultivadas en las macetas andaluzas, aureolas (Ruscus
hypophyllum) de anchos cladodios. Llamativos por sus frutos rojos tras las
ramas.
Algarrobo, (Ceratonia siliqua) leguminosa siempre verde y muy longeva, adaptada a la sequía mediterránea.
Su fruto, algarroba, hace las delicias de la cabra montés (Capra pyrenaica
hispánica) muy abundante en sierra Almijara, que estos años al ser menos
perseguida por furtivos, no huyen del hombre y se dejan fotografiar con
facilidad. Sigue usándose como
astringente en farmacología.
Esparto, (Stipa tenacísima) gramínea unida al hombre
mediterráneo desde el Neolítico para usar sus hojas fibrosas en la fabricación
de todo tipo de enseres.
En Nerja hubo varias fábricas de cordelería, recuerdo las cercas
de Paco Ortega, los Fernández y los Armijos, abastecidas con el esparto que
traían los nerjeños a hombros desde la sierra.
En 1991, publiqué en Paisaje y Educación ll :
“Quedaron grabados, aún careciendo de
nombre, los perfiles de aquellos hombres que al atardecer llegaban a la plaza
Cantarero, para descargar no se cuantas arrobas de esparto en la cerca de Paco
Ortega. Aún hoy, cuando recorro la Pandera de Garzón o tengo que volver desde
los Caños del Rey, me parece imposible la imagen de dureza del trabajo que
quedó tan marcada en los ojos del niño”.
En mi juventud con el esparto y los palmitos se cubrían el
90% de las necesidades de la vida en los cortijos serranos. De esparto eran,
las esteras, cerones, capachos, capachas, cestos, canastos, cuerdas, guitas,
alfombras, cortinas, adornos para espejos, protecciones para garrafas,
cantaros, calabazas para beber, etc.
Palmito, (Chamaerops humilis), palmera enana, adaptada a la
sequía, única palmera autóctona de
Andalucía. De muchas aplicaciones hace
algún tiempo. Almogía (Málaga), fue una población especializada en la
fabricación de sombreros, escobas etc. Usada incluso, para rellenar tapicerías
y colchones (aunque rastrilladas, el
extremo de sus hojas atravesaba la funda del colchón para acabar clavada en las
carnes pudendas de los infantes). Sus dátiles son comestibles, cuidando
mondarlos para evitar el áspero de su piel,
llena de taninos. Las hojas tiernas, hijuelas, eran muy
apreciadas. Hoy están muy protegidos y el único lugar donde he visto que siguen
en venta callejera, es la ciudad de Huelva.
Ajo-lirio, (Allium subvillosum). Sobre mármoles dolomíticos a unos 250 m. de
altitud en la umbría húmeda, destaca por su bella inflorescencia blanca, ahora
en flor, a primeros de marzo.
No podemos hacer un tratado botánico, ni es nuestra prioridad. Hemos venido a
disfrutar del Puente- Piedra, que si es único en la zona y tierras adyacentes.
El Puente – Piedra, a 307 m. de
altitud, bajo un valle periglacial, es una curiosidad geológica que bien podría
estar declarado como monumento del patrimonio de Nerja en Maro, Andalucía.
Durante un periodo glaciar Pleistocénico, la crisis rexistática, clima seco con lluvias torrenciales, en ausencia de vegetación, produce gran cantidad de clastos por gelifracción (acción de cuña del hielo-deshielo), que son transportados por corrientes fluviales muy energéticas, colmatando el valle de los Colmenarejos.
Durante un periodo glaciar Pleistocénico, la crisis rexistática, clima seco con lluvias torrenciales, en ausencia de vegetación, produce gran cantidad de clastos por gelifracción (acción de cuña del hielo-deshielo), que son transportados por corrientes fluviales muy energéticas, colmatando el valle de los Colmenarejos.
Con posterioridad, una etapa erosiva,
socava los sedimentos de la brecha cementada, originando el Puente Piedra.
Agradecemos a nuestro amigo Rafael Utrera, todos sus datos aportados a este trabajo.