Como comentaba en la entrada
anterior la ruta de hoy la hacemos por el Camino de Santiago desde Buelna a
Andrín, con alguna variante para no separarnos del borde del mar, sobre los
acantilados.
Todo el camino transcurre por
la rasa costera de Llanes, la antigua plataforma de abrasión submarina, elevada
por las pulsaciones del plegamiento
alpino entre 30 y 43 m, sobre el nivel del mar actual, surcada por algún
curso de agua entre los que destaca el río Purón que talla un cañón, salvable
por un puente de madera.
Las calizas de la unidad
Picos de Europa, aparecen muy carstificadas con
salientes y ensenadas que originan una costa muy irregular con pequeñas
calas como la de Buelna o algo mayor en la playa de Vidiago, entre acantilados
subverticales.
Como ocurre en muchos
lugares de la costa llanisca, las
galerías subterráneas, de cuando el nivel del mar en la última glaciación estaba 100 m. bajo el
actual, se inundan en marea alta y el agua presionada sale por los sifones,
originando los bufones, bramadorios o resollos, que así son llamados los surtidores de agua a gran altura.
Nosotros pasamos junto a los bufónes del Palu (Arenillas), cerca de río Purón.
El camino transcurre entre
prados de ciega con sus tonalidades de verdes cambiantes, según esté la hierba de corta. A veces repletos de flores
amarillas del diente de león (Taraxacum officinale) o rojas del trébol rojo
(Trifolium pratense).
Queremos destacar, para que
no se lo pierdan, los espectaculares madroños (Arbutus unedo), a la salida de
Buelna, camino de su playa. Los madroños los hemos visto autóctonos en el curso
medio del río Ereba en Nueva de Llanes. Estos creemos que serán cultivados.
Están cargados de frutos y seguro serán todo un espectáculo en otoño.
También nos sorprendió por su
belleza la gran acacia de Constantinopla (Albizia julibrissin) en el camping la
Paz de Vidiago. Repletas de flores rosas en agosto. Esta albizia es muy rara
verla en Asturias.
Y por doquier, sobre todo en
Pendueles, los macizos de hortensias multicolores adornando el caserío.
Recomendamos a los amigos que
decidan hacer la ruta, bajar a la playa de Vidiago desde el camping, seguro que
no se arrepienten, aunque tenga que subir más tarde al camino oficial, para
continuar su peregrinar.
Podemos ver al cormorán
grande (Phalacrocorax carbo), secándose en los acantilados. Sus plumas no son
completamente impermeables para aumentar el peso, y bucear con facilidad. Después
las ponen a secar.
Acabamos la ruta en Andrín,
donde volvimos a coger el bus playero que nos llevó de vuelta a casa. El casco
antiguo de Andrín es otra belleza, he querido mostrar su lavadero público, por
lo bien cuidado que se mantiene, aunque no pueda hacer la competencia a las
lavadoras.
Piedra