Arroyo de La Rocina, Doñana. Huelva.

El centro de visitantes La Rocina, se localiza a 1 Km. de la aldea El Rocío.  Podemos definirlo como puerta de Doñana y nunca nos defrauda en la observación de aves acuáticas.

En el centro se inicia el sendero, muy bien acondicionado, de madera, sobre el arenal y los cursos de agua, que a lo largo de 2800 m. nos va acercando a los diversos observatorios de aves.

Al principio transcurre dentro del bosque de pinos piñoneros (Pinus pinea), donde tuvimos la suerte de ver, sin salir del sendero, corros de lepistas y algún boleto, a finales de diciembre.

En el primer observatorio del Charco del Perchel, nos esperaban, moritos, garcetas, fochas y diversas anátidas. No es el caso de hacer una relación de aves, los paneles explicativos y la paciencia del observador, pueden detallar el listado.

Seguimos el sendero y nos adentramos en la Algaida del Carrizal.

La palabra algaida, según la Real Academia, tiene dos acepciones:

1.- Terreno arenoso a la orilla del mar.

2.- Cubierto de ramas o paja.

Nos quedamos con esta segunda acepción; curso de agua cubierto de ramas.

El bosque en galería es tan intricado que a duras penas el sendero se abre camino entre sauces, tarajes, carrizos, eneas y juncos, que rodean el lento curso de las aguas.

En otro observatorio, cómodamente, vemos levantar el vuelo a las cigüeñas, el posar de las ánades y comer cangrejos a los moritos.

Continuamos por la Algaida del Meloncillo y nos adentramos en otro ecosistema: monte blanco, donde romeros, lavandas y almoradux (mejorana), llenan de aromas la brisa de la tarde.

Podemos llegar hasta el Charco de la Boca, con agua permanente y donde existen otros dos observatorios.

Hace años tuve la suerte de conocer las dormideras de garzas , garcillas y espátulas en un atardecer  espléndido. Hoy, con los años, el paseo fue más corto, pero quizás, tan pleno de sensaciones como antaño.